Bien sea para empezar o para mantenerse en el mercado, uno de los principales asuntos que ocupan los pensamientos de cualquier emprendedor es la búsqueda de la financiación para su empresa o negocio.
Hay muchas fórmulas para conseguirlo. Nunca de manera fácil si no se dispone de un capital propio o un mecenas desinteresado, y hay que sopesarlas con cuidado dependiendo de numerosos factores, como el sector de la empresa en el que nos movamos, el tamaño y necesidades de la misma, la competencia o los plazos en los que calculemos vamos a empezar a ver el retorno de la inversión.
En los tiempos que corren, la palabra de moda es “Bootstrapping”, un término que hace referencia a ejercer alguna actividad emprendedora con poco o nada de capital, es decir, emprender únicamente con los medios que cada uno tiene a su alcance. Céntrate más en la caja que en la rentabilidad, fideliza clientes con propuestas freemium (esas que ofreces de manera gratuita para enganchar, aunque muy bien podrían ser servicios o productos de pago en un futuro)… El promotor Guy Kawasaki te da más consejos en su blog.
Los emprendedores que se decantan por esta forma de empezar acaban en muchos casos buscando algún tipo de ampliación de capital; y ahí es donde entra un clásico del mundo del emprendimiento, el famoso “Friends, Fools and Family”. Recurrir a familiares y amigos puede ofrecernos el impulso inicial para el proyecto (con todo lo que ello conlleva), y es verdaderamente la única vía para la puesta en marcha de muchos pequeños proyectos de emprendimiento. ¡Quizás sea la hora de acordarte de tu padrino o madrina!
La siguiente opción de moda para poner en marcha proyectos concretos es el omnipresente Crowdfunding, que permite que particulares aporten pequeñas cantidades para ayudar a nacer o consolidar una idea interesante, a veces solidarios bajo la fórmula de la donación, y a veces como inversores en propuestas creativas. Una opción ya muy fácil de canalizar a través de las numerosas plataformas de gestión de micromecenazgo que operan en España, y que están mayoritariamente disponibles a través de la Asociación Española de Crowdfunding.
De una manera profesionalizada, sin embargo, son numerosas las opciones que se pueden escoger dependiendo de las circunstancias y necesidades.
Ayudas y subvenciones para emprendedores
Es la vía por la que se puede acceder al dinero público disponible en las administraciones públicas, tanto nacionales como autonómicas y municipales, y también comunitarias. Estas ayudas, que no son sencillas de conseguir por su escasez y por la complejidad de los requisitos en algunos casos, permiten la financiación de proyectos que cumplan con determinados requisitos. Una buena opción para proyectos innovadores que apuesten por las nuevas tecnologías, que quieran internacionalizarse o que estén vinculados a áreas que la Administración quiera impulsar en un momento determinado (como las energías renovables hace unos años).
Aunque difíciles, no son imposibles, así que habrá que hacer un buen barrido por Internet para ver que se mueve en Europa. Apúntate un par de pistas: en el portal de Tu Europa tienes información sobre cómo acceder a cierta financiación avalada por la UE; y en el portal Empréndelo de la Comunidad de Madrid también te dan pautas para encontrar financiación tanto pública como privada. El ICO te puede prometer mucho, pero no te lo va a poner fácil en cuanto a las condiciones y plazos.
Business Angels y Venture Capital
Si el modelo de negocio encaja con el ideario, es probable que el lugar ideal al que presentar el proyecto sea a alguno de los denominados “Business Angels”, esto es, un inversor privado que aporta su propio dinero (con fines de negocio) en empresas en fases iniciales de desarrollo (semilla y arranque).
Generalmente aportan dinero a cambio de una participación en el capital de la empresa con la esperanza de obtener una importante plusvalía en un período de entre 3 y 7 años, por lo que buscan proyectos con alto potencial de crecimiento, y más frecuentemente proyectos tecnológicos.
Hay incluso una asociación nacional, la AEBAN, y si quieres localizar al más cercano, que te pueden ayudar a plasmar esa idea de negocio en una realidad y ofrecer mentoring, y también hay un directorio con un listado de las principales redes operativas en España que pueden aportar financiación externa para atacar el mercado con ciertas garantías.
Una vez el negocio está consolidado, la participación de este tipo de inversores suele pasar a las entidades de capital riesgo, más interesadas en proyectos en fases más avanzadas de su ciclo de vida, que requieren volumen de mayor inversión y suponen unos riesgos moderados. Agrupadas en la ASCRI, si destacas, seguro que ya te han echado el ojo.
Financiación bancaria
La mayor parte de las empresas acaban antes o después buscando financiación en la banca. Existen fórmulas que hacen que muchas veces el acceso al crédito no sea tan complicado como parece.
Una alternativa para muchos son los microcréditos, cuyos importes se suelen limitar a un máximo de 25.000 euros. Intentan fomentar el autoempleo entre los profesionales que cuenten con un proyecto empresarial viable y demostrable. Eso sí, las condiciones suelen ser mejores que las de los préstamos habituales, con plazo de amortización máximo que pueden llegar hasta los cinco años, algunos con hasta seis meses de carencia opcionales e intereses que pueden encontrarse en torno al 4%.
En ocasiones, la entidad solicita a la empresa garantías adicionales que refuercen la solicitud y permitan conseguir mejores condiciones, tanto en importe, como en el plazo de financiación, tipo de interés y comisiones. Muchas veces, esas garantías pasan por el aval personal de los socios o de cualquier otra persona que esté dispuesta a garantizar la operación a cambio de arriesgar su patrimonio en la operación, lo que lógicamente hace que haya que valorar con sumo cuidado si esta es la fórmula de financiación que más interesa.
Otras fórmulas
Otros instrumentos de financiación más desconocidos para empresas de pequeño tamaño, pero muy útiles en ocasiones, son las Sociedades de Garantía Recíproca, que ofrecen garantía dineraria a las operaciones de financiación, no con todo su patrimonio, sino hasta una determinada cifra. Esta fórmula permite a las empresas ampliar su capacidad de endeudamiento, a cambio de convertirse en mutualistas de una SGR. CESGAR es una de ellas, constituida en 1980 agrupa los intereses de unas veinte SGR españolas. Para saber más de esta fórmula, también conocida como “Crowdlending”, puedes consultar el blog de Agustín Espinosa.
Otra fórmula es la pignoración de acciones de la empresa a través de un crédito convertible, se trata de un préstamo que da derecho a la entidad a convertirlo en acciones de la empresa, a una determinada valoración y bajo ciertas circunstancias pactadas de antemano. Este tipo de financiación es muy habitual en empresas que se encuentran en unas etapas iniciales de su ciclo de vida. También los stocks y los activos fijos de la empresa (vehículos, maquinaria, etc) se pueden pignorar y utilizarlo como garantía, al igual que se pueden utilizar los inmuebles de la empresa.
A través de entidades de factoring, también se puede conseguir financiación por adelantado a través de los contratos y los derechos de cobro de facturas de clientes de reconocida solvencia pendientes de cobro. Puedes encontrar las más fiables en la asociación española, la mayoría departamentos de la banca tradicional.
Un estudio de 2015 de la aseguradora Hiscox en su ADN del Emprendedor, donde se analiza el perfil del emprendedor español y los riesgos que asume, se dice que sólo la mitad de la financiación de las pymes españolas procede de entidades financieras: directamente el 25%, con tarjeta de crédito el 21%, y rehipotecando la vivienda un 4%. El resto de la financiación procede del FFF de familiares y amigos (14%), el ayudas gubernamentales (10%), crowdfunding (4%), fondos de la UE (3%) y fondos de capital riesgo (2%).
Como se ve, hay múltiples vías, algunas de ellas compatibles entre sí. Pero lo que sí hay que tener es una visión clara del negocio y la capacidad de poder contarlo de manera entusiasta y sugerente. Bien en rondas de tres o siete minutos, bien en entrevistas personales, bien aportando todo tipo de documentación a veces muy confidencial. ¿Estamos preparados?
Por Javier Renovell