¿Es tu oficina un espacio conflictivo?

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Los conflictos de oficina son más frecuentes de lo que pensamos y suceden por todo tipo de razones. De tanto en tanto se dan confrontaciones que podemos calificar como graves, como el caso de las viñetas de humor machista que se descubrieron en el Ayuntamiento de Telde en marzo de 2018. Por suerte no es lo más frecuente.

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El grueso de los roces entre empleados son aspectos como el volumen de la radio o la temperatura. También existen otros como el pisarse el trabajo unos a otros o los celos. Estas y otras situaciones en la oficina pueden generar discordia y, en última instancia, conflicto entre los empleados.

Se sabe desde hace tiempo que los trabajadores felices rinden mucho más que los que no lo son, así como los que practican deporte y llevan una vida sana. Dado que los entornos laborales conflictivos no son precisamente saludables, es posible que notemos cómo baja nuestra productividad. ¿Cómo nos enfrentamos al conflicto?

Algunos conflictos de oficina frecuentes

“¿Puedes bajar el aire acondicionado, por favor?” es la frase estrella que desata el conflicto. Si un trabajador tiene calor y el de al lado tiene frío, ¿cuál de los dos tiene razón? Según el I Barómetro HGS de la Salud (2014), al menos el 49% de los trabajadores considera que la temperatura es inadecuada para su trabajo.

Según un estudio de Baxi (2017), compañía de sistemas de climatización, el 60% de los españoles tenemos enfrentamientos en las oficinas por la regulación de la temperatura. Y matiza incluso por zonas de España. Catalanes (73%) y madrileños (70%) somos los que más discutimos. Los andaluces (43%), los que menos.

No es un tema baladí. Este tipo de conflictos puede desembocar incluso en una batalla de género y despertar tensiones latentes. Según Pedro Landete, neumólogo en el Hospital La Princesa (Madrid), “el cuerpo del hombre genera más calor y por tanto necesita más frío para alcanzar la temperatura óptima, y al cuerpo de la mujer le ocurre lo opuesto, necesitando más calor exterior”.

Otro gran conflicto es el ruido, especialmente en oficinas abiertas. Según Pablo Liotti, gerente de Marketing y Comunicación del Grupo Adecco en varios países, “el ruido es el mayor conflicto ya que dificulta la concentración. Las oficinas abiertas no ofrecen privacidad y dificultan la definición de espacio personal”.

Si un trabajador dispone de su propia oficina, hablar en voz alta por teléfono no supondrá un problema. Sin embargo, hacerlo por el pasillo central de una sala abierta molestará al resto de los empleados. Esta molestia supone un desgaste continuo, un goteo que no cesa, y se convierte en un grave problema.

El desgaste de los conflictos de oficina

Esto genera comportamientos tipo: un trabajador avanza hacia el termostato y baja la temperatura objetivo; a los cinco minutos, otro hace lo propio para subirla; y este baile se repite ad infinitum.

Aunque no medien palabra, ambos trabajan inmersos en un conflicto que los desgasta constantemente, haciéndoles perder eficiencia. Esto va in crescendo sin que nadie le ponga remedio, de modo que afecta al trabajo.

Recalcamos el del termostato por su visibilidad, pero hay otros como la falta de higiene personal, la invasión del espacio (música alta, ‘colonizar’ otras mesas con nuestros objetos) e incluso conflictos relacionados con el flujo de trabajo en el que nos pisamos mutuamente, se interrumpe el trabajo del otro y se le hace perder tiempo, probablemente sin saberlo o ser conscientes.

Terceros, conciliadores y mediadores, formas de solucionar el conflicto

resolucion de conflictos en una oficina

Perfecto, tenemos un conflicto en la oficina: ¿cómo lo solucionamos? La mayoría de expertos lo tiene claro: no podemos dejar que se enquiste. En los manuales de resolución suelen aparecer tres roles diferenciados de los que podemos hacer uso:

Soluciones triviales a los problemas clásicos de oficina

La mayoría de los conflictos de oficina han sido estudiados en detalle. Por ejemplo, el de la temperatura tiene varias soluciones tipo de las que podemos echar mano.

Una de ellas es ir a la ley. Según el RD 486/1997, “en los locales de trabajo donde se realicen trabajos sedentarios propios de oficinas o similar la temperatura estará comprendida entre 17º y 27º[C]”.

Otra es actuar sobre el código de vestimenta de los trabajadores. Es frecuente que ellos tengan más calor que ellas por apenas un par de grados, pero esto se magnifica si ellos llegan a la oficina con corbata y ellas con tacones. Quitar la chaqueta de la ecuación o incluir calcetines en el vestuario ayuda a acortar distancias térmicas.

Los impulsores de aire suelen estar localizados en puntos concretos. Aquellos trabajadores que se quejen del calor deberían mudarse bajo ellos, y los que tengan frío alejarse. No hay conflicto que no pueda solucionarse, pero es clave “saber distinguir entre hechos, opiniones, emociones y necesidades”.

Lo óptimo en caso de conflicto en la oficina es un pacto entre los trabajadores implicados de modo que se fomente la opción de ceder terreno entre las partes. En el ejemplo de la radio, ceder puede leerse como que cada día un trabajador elija la emisora a sintonizar, o que ninguno pueda poner la radio.

Cuando no se pueda alcanzar un acuerdo, se aconseja buscar a alguien externo al conflicto. No para que nos dé la razón, sino para que se convierta en un árbitro y nos ayude bien a comprender el problema (el tercero), a llegar a un consenso (el conciliador) o a fomentar una decisión pactada (el mediador).

Por Marcos Martínez

Imágenes | iStock/AntonioGuillem, iStock/AntonioGuillem

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