Un trabajador que deje de fumar aportará 4.750 euros de productividad a su empresa. Este importe es el reflejo de los 16 días laborales que el trabajador pasa fumando.Sin contar el coste por enfermedad o el coste económico y de salud para el propio trabajador. Por contra, si acude al gimnasio o hace deporte, su salud física y rendimiento mejorarán.
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¿Y si establecemos políticas de ayuda para dejar de fumar o pagamos el gimnasio a nuestros trabajadores? El coste de cursos, los días de descanso que requieren e incluso la cuota del gimnasio está justificado frente a ignorar los problemas de salud del trabajador.
El coste de unos pocos minutos
Bajar un momento a fumar. Alargar unos minutos el descanso de la comida para ir a por un café. Llevarse el móvil al baño. Estos tres comportamientos son tan habituales de las empresas que los hemos dado por sentados. Sin embargo, tienen un coste económico, y de salud.
En abril de 2019 un estudio confirmaba que el fumador medio para cuatro veces diarias para fumar unos nueve minutos en cada ocasión. La suma da lugar a las 16 jornadas de 8 horas mencionadas arriba. A esto hay que sumar los periodos de unos 20 minutos que alguien tarda en centrarse en su trabajo o los cuatro días de baja médica extra que los fumadores cogen al año.
El mismo estudio señalaba cómo el teléfono móvil ha hecho que el rato de 13 minutos diarios en el baño en 2014 haya aumentado a 21 en 2019. Y las paradas para el café y almuerzo suman 11 días y medio de trabajo completos. Pero, ¿hasta qué punto se pueden combatir estos hábitos?
El tiempo del cigarro se descuenta del trabajado
En la guía de criterios técnicos que recibió el cuerpo de inspectores en junio de 2019 podía leerse el “eludir la presunción de que todo el tiempo que media entre el inicio y finalización de la jornada registrada constituye un tiempo de trabajo efectivo”. Es decir, hay que contabilizar solo el tiempo de trabajo real.
Las medidas de control horario, que tienen por objetivo eliminar el absentismo a la par que verificar las horas extra, descartan las pausas para fumar como parte de la actividad laboral. De este modo no existe discriminación con respecto a los trabajadores que no fuman.
[hde_summary] Las empresas que cuidan de sus trabajadores son más humanas. Y rentables [/hde_summary]
Estas medidas avanzan en la misma línea que muchas sentencias previas. Como ejemplo, esta del Tribunal Superior de Justicia de Cantabria de 2017. En ella se prohíbe al trabajador fumar dentro del centro, incluidos espacios abiertos, y se le obliga a fichar al salir. Pero ‘prohibir’, ‘obligar’, ‘juicio’… Ha de haber una solución más pacífica en la que empleado y trabajador ganen.
Cursos y días ‘libres’ para dejar de fumar
Hemos visto como a las empresas les interesa que sus trabajadores no fumen. También que mantengan una vida saludable, ya que rinden más. Sin embargo, no se puede discriminar a un candidato porque fume. Tampoco forzarle a dejarlo u obligarle a ir al gimnasio. Pero sí se le puede ayudar a cambiar de hábitos.
Un ejemplo de ello está en facilitar por parte de las empresas el uso de programas y cursos para dejar de fumar. El curso-estudio online y gratuito de la Facultad de Psicología de la UNED, financiado con fondos del Ministerio de Educación y Ciencia, es uno de ellos. La aplicación RespirApp, desarrollada por la Asociación Española Contra el Cáncer, es otro recurso gratuito.
Incluso puede considerarse seriamente una inversión en cursos costeados por la empresa que requieran que el trabajador falte unos días. El coste de no hacerlo es aún mayor, y muchos fumadores dejarían el mal hábito si recibiesen suficiente ayuda externa. Las empresas que cuidan de sus trabajadores son más humanas. Y rentables.
Pagarle el gimnasio al empleado
También en materia de rentabilidad entraría el costeo del gimnasio o las actividades deportivas de los empleados. Tanto es así que ya hay mercado para marcas que fomentan la actividad física para las empresas, como Gympass. Thiago Pessoa, responsable en España de la marca, comentó ya en 2016 como en Holanda se subvencionaba construir gimnasios en la oficina.
Abonar el pase de gimnasio a quien demuestre ir puede ser una estrategia que fomente que alguno más se apunte. Además, la Ley 35/2006 del IRPF recoge en su artículo 42.3.b las rentas en especie como “la utilización de los bienes destinados a los servicios sociales y culturales del personal empleado”.
Tabaquismo y deporte son dos hábitos muy relacionados, como puede leerse en la literatura científica. Aquellas personas en las que se despierta el hábito del deporte tienen más posibilidades de no fumar. Y si el coste de los gimnasios low cost ronda los 30 euros mensuales. Poco es frente a los 4.750 euros en descansos para fumar o los 750 euros estimados por aquellos cuatro días de baja anual.
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