483 kilos de basura. Eso es lo que genera de media cada habitante de España en un año, según datos de 2019 del Instituto Nacional de Estadística.
Las cifras son también muy abultadas analizando cada industria. En 2019 se recogieron, por ejemplo, 370 000 toneladas de residuos electrónicos (la mayoría fueron reciclados, eso sí) o 270 000 toneladas de neumáticos usados. Pero ¿y si en vez de residuos estuviésemos tirando a la basura recursos que nos permitiesen reducir el consumo de materias primas y ser más sostenibles ambiental, social y económicamente?
Con esa idea en mente, el proyecto de recircular echa a andar en 2017. Su objetivo es poner en contacto empresas que tienen materiales que no pueden aprovechar (como residuos, subproductos o excedentes a los que no dan salida) con otras que sí pueden sacarle partido. Convertir el residuo en recurso. Hablamos con su fundadora y directora, Patricia Astrain.
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¿Cómo nace recircular?
Como una manera de introducir sostenibilidad e innovación social en entornos industriales. Veía que había una necesidad de ello y que para hacerlo era necesario hablar el lenguaje de las empresas. La industria es parte fundamental de nuestra economía y de nuestra sociedad, así como un pilar fundamental de cualquier transformación, incluida la economía circular.
Partiendo de ahí, vi que trabajar con residuos era una forma muy tangible de que las empresas pudiesen entender bien la conexión entre sostenibilidad ambiental, social y económica. Es algo muy cercano para ellas. Toda empresa que produzca algo necesita materias primas y genera residuos. Poco a poco, fuimos aterrizando el concepto inicial en una iniciativa que busca aportar valor a los residuos.
¿Hasta qué punto te marca tu experiencia laboral previa, incluyendo un tiempo en China, a la hora de decidir emprender en el sector del reciclaje?
Me marca totalmente, tanto la experiencia en China como otras previas. En China, fui consciente de la gran generación de residuos y del impacto ambiental del consumismo masivo, en cosas tan obvias como en la calidad del aire de las ciudades. Es algo que te marca y que ves en el día a día. Además, cuando trabajaba allí, monté una empresa para asesorar desde el punto de vista de la calidad y la eficiencia de los procesos productivos, pero entendí que ese no era mi camino. Este pasaba por trabajar desde la perspectiva social y ambiental en entornos industriales.
Ayudáis a implementar estrategias circulares en empresas y dais una segunda vida a los residuos. ¿Cómo lo hacéis?
Para conseguir estos objetivos, trabajamos en tres áreas. La principal es nuestra plataforma digital, que nos permite automatizar los procesos de información a las empresas y de conexión entre ellas. Conectamos residuos o recursos con empresas que los pueden aprovechar. Las compañías tienen que registrarse y subir información sobre sus recursos, desde residuos hasta subproductos o materiales en stock.
Nuestro algoritmo identifica las oportunidades de reutilización y reciclaje y notifica de manera automática a las empresas que podrían aprovecharlos. Los agentes involucrados cierran también la transacción en nuestra plataforma y así podemos tener la trazabilidad de lo que pasa con esos materiales. Damos visibilidad a recursos que ahora no la tienen y añadimos valor a pequeñas, medianas y grandes empresas.
La plataforma también calcula automáticamente los impactos ambientales y sociales generados al evitar que el material sea eliminado y reducir el uso de materias primas vírgenes. Trabajamos con cuatro indicadores: reducción de huella de carbono, de consumo de agua, de uso de energía y aumento de esperanza de vida.
Más allá de esta plataforma, ¿cuáles son las otras dos áreas de trabajo?
También trabajamos en proyectos de innovación con residuos complejos que exigen un conocimiento profundo de los mismos para poder montar una cadena de valor que nos permita darles una segunda vida. Estos proyectos los realizamos con empresas que quieren buscarle un uso a sus residuos o materiales que no utilizan. Los analizamos en detalle, identificamos sectores y empresas que puedan estar interesadas y validamos las oportunidades de valorización con los potenciales compradores.
Por último, también adaptamos nuestra metodología de medición de impacto a experiencias concretas de empresas que ya ponen en valor sus recursos. En ese caso, hacemos mediciones de impacto específicas para sus materiales y sus prácticas y generamos informes personalizados, con el objetivo de mostrar el valor que generan las empresas al ocuparse de sus residuos.
¿No os ocupáis del reciclaje y de la valoración del residuo en sí?
Nosotros solo intermediamos. No somos gestores de residuos, pero estamos muy en contacto con empresas que los ponen en valor. Además, es importante destacar que no solo trabajamos con residuos, sino con otros materiales que las empresas no estén utilizando y puedan potencialmente terminar en un vertedero.
¿Puedes poner algún ejemplo concreto de vuestra actividad?
Ahora mismo estamos trabajando con Lezama Demoliciones, una empresa que está haciendo demoliciones sostenibles de centrales térmicas, entre otros. Colaboramos con ellos para aportar valor a los residuos complejos que se generan. Trabajamos, por ejemplo, con plásticos de recubrimiento de cables. Primero tuvimos que analizar los materiales y su estado y luego trabajamos con organizaciones que pueden utilizarlos. Estamos evaluando salidas habituales como el reciclaje hasta su uso para fabricación de productos de señalización vial o suelas de zapatos, por ejemplo.
¿Qué oportunidades existen en lo que hasta ahora hemos considerado desperdicios?
Muchísimas. Material o residuo que investigas, material para el que identificas posibilidades. Hay muchos de ellos que son muy complejos, como las mezclas de plásticos. Para algunos hay que hacer mucha investigación y pensar fuera de lo que es habitual en el mundo de la gestión de residuos. Para valorizar un recurso hay que pensar al margen de lo estándar, hay que mirar más allá.
En casa podemos pensar en muchos usos que darle a los residuos, como usar los posos de café para las plantas. Pero en las empresas llegamos a más volúmenes, tenemos que tener en cuenta los costes de los procesos intermedios que pueden añadir valor al residuo, el interés de la propia empresa… Estamos tirando materiales muy valiosos, materiales que cuesta mucho dinero adquirir.
En un contexto como el actual, de escasez de recursos, se pone más en valor lo absurdo del desperdicio. ¿Empezaremos a prestarle más atención a los residuos?
En el contexto actual, se entiende mejor la necesidad de poner en valor los residuos. Pero es cierto que las materias primas ya venían subiendo antes de la guerra de Ucrania. La tendencia es al alza. Ahora hay mucha demanda de ciertos materiales, pero la situación no es tal como para que nos valga todo.
¿Qué residuos son más valiosos?
Nosotros no trabajamos con los más valiosos [risas]. Estos tienen sus flujos muy bien establecidos. Tradicionalmente, los metales siempre han tenido mucho valor. Por ejemplo, el precio del cobre ahora mismo está altísimo. Los plásticos valiosos, que se pueden reciclar con facilidad, también tienen un precio elevado. Pero nosotros buscamos aportar valor más allá de todo ello.
¿Cuáles son los desafíos que se encuentran las empresas a la hora de poner en valor sus residuos?
En la pyme que no tiene un departamento de medioambiente como tal, el reto principal es la falta de tiempo y de recursos para dedicarle a este tema. Incluso las empresas que sí tienen ese departamento no siempre tienen los recursos necesarios. Al fin y al cabo, la gestión de los residuos no suele ser la parte central de su negocio. Es un extra al que a veces es difícil dedicarle tiempo.
También hay ciertas restricciones a nivel de los volúmenes y las cantidades necesarias para que alguien esté interesado en recoger un residuo o pagar por él. Por último, está el tema regulatorio: los procedimientos establecidos para tratar residuos son complejos, largos y lentos. Ahora, con la nueva ley de residuos, se deberían agilizar, pero todavía es pronto para saberlo.
recircular nace en 2017, ¿cómo han sido estos primeros años?
El proyecto nace ahí, pero en realidad la empresa se crea en 2019. Hemos tenido la suerte de generar ingresos desde el principio, lo que nos ha permitido resistir situaciones como la pandemia. La COVID-19 nos afectó mucho, tanto en 2020 como en 2021, que empezó bien pero luego se fue ralentizando la recuperación. A finales del año pasado empezamos a notar ya un aumento del interés y este año está siendo muy fuerte.
Cada vez estamos trabajando en más sectores y muy diferentes, como automoción, siderurgia, desmantelamiento de centrales o fabricación de cerveza. La plataforma ya tiene más de 500 usuarios registrados y tiene publicaciones de oferta y demanda diarias. Cada vez hay mayor interés y mayor oportunidad para nosotros. Seguimos creciendo, pero todavía necesitamos hacerlo mucho más para llegar a todas las empresas de este país y luego más allá.
“Los residuos no existen” es vuestro eslogan. Es difícil verlo cuando solo en España se generan 140 millones de toneladas de basura al año y en el mundo son más de 2000 millones.
Son tantos millones que ni te lo puedes plantear. Los residuos existen, pero el eslogan va más hacia que no tienen por qué existir. Los residuos son recursos mal colocados, mal entendidos y mal diseñados. Nosotros partimos de esa premisa y de que existen oportunidades para las cosas que se tiran y no se aprovechan.
¿Qué retos plantea la gestión de esa ingente cantidad de residuos?
El reto es tremendo. Pasa por cambiar muchas cosas. A nivel usuario y a nivel consumidor tenemos mucho que decir. Esa necesidad de comodidad que tenemos que hace que se generen más residuos, que hace que queramos comprar la fruta pelada y envasada, puede cambiar. Además de la responsabilidad individual, las empresas y las marcas deben revisar los canales de distribución, el diseño de los envases y de los materiales. Por ejemplo, no deberían existir en el mercado materiales que, por lo menos, no se puedan reciclar.
Las responsabilidades son compartidas y todo pasa por un cambio de mentalidad y por generar oportunidades para que sea más interesante buscar soluciones a los residuos que generamos que tirarlos. Pero, al final, el mejor residuo es el que no se genera y eso requiere un cambio de prioridades, de modelos de venta y de modelos de consumo.
Los residuos hoy se mueven entre países, casi siempre desde los ricos a los pobres. ¿Crees que un día se moverán como mercancías con valor?
Nosotros partimos de la base de que no debería ser necesario mover los residuos de esa manera. El turismo de residuos no debería existir. Al final, estás metiendo un montón de materiales en un barco para moverlo por todo el mundo, con el coste y la huella de carbono que ello genera. Mucho de ello se mueve porque no tiene valor y nos lo intentamos quitar de encima, pero también otra parte importante se mueve porque sí tiene valor.
Lo que tenemos que hacer es buscar valor lo más cercano posible al punto de origen y aprovechar los recursos disponibles a nivel nacional y regional, que haya oportunidades de reducir esa generación de residuos y reutilizarlos o reciclarlos una vez generados.
Imágenes | recircular, Unsplash/Jilbert Ebrahimi, Naja Bertolt Jensen