El presentismo es uno de los enemigos de la productividad. Por la importancia de esta última para el buen desarrollo de la empresa, la evolución de los salarios de los trabajadores y el crecimiento económico, es un tema que preocupa (y mucho) a los gestores actuales.
En España, según Adecco, el presentismo ha crecido en el último año. Ya son un 56% las empresas que detectan prácticas presentistas, lo que supone un 5,7% más que el año anterior. Por eso es muy importante comprender sus perfiles y la incidencia que tiene en nuestra empresa.
El trabajador presentista
Trabajar es algo diferente a calentar una silla. Exige poner nuestras cualidades al servicio de una empresa, con el fin de obtener resultados concretos. Si no se logran, no puede ser por falta de esfuerzo por parte del empleado.
Cada día hay más empresas que detectan trabajadores que no están concentrados en su trabajo, aunque físicamente estén en su puesto. Por ejemplo, OBS Business School alerta que han podido crecer un 40%.
Entre las razones por las que los estudios detectan un mayor número de presentistas está un cierto desplazamiento del absentismo hacia el presentismo. Es más difícil que hace unos años ausentarse del trabajo y hay más miedo a perderlo. Por lo tanto, no se deja de acudir, pero no se pone el debido empeño.
Y, por otro lado, las nuevas tecnologías y, en especial, las redes sociales, ponen al empleado en buena disposición para estar ya no tan concentrado en lo que sucede en su trabajo, sino en realidades personales, familiares o sociales ajenas al mismo.
Además del tradicional perfil del trabajador perezoso o desmotivado, cada vez cobra mayor importancia el de aquel que tiene dificultades severas de conciliación. Arrastran los problemas laborales al hogar y los personales y familiares al puesto de trabajo.
Las actitudes presentistas de los trabajadores
Aunque no se pasen la jornada huyendo de sus responsabilidades, muchos trabajadores tienen determinadas actitudes presentistas con cierta frecuencia. Suelen ser la señal de que algo no va bien en la organización o en el propio empleado.
Estamos hablando de actitudes como:
- Ralentizar el ritmo de trabajo
- Echar horas sin propósito concreto para aparentar un esfuerzo que no existe
- Aplazar la ejecución de algunas tareas
- Inventar reuniones en las que no se aborda nada productivo
- Repetir un número exagerado de pausas cortas diarias en el trabajo para comer, fumar, conversar, tomar el aire…
- Emplear inadecuadamente las redes sociales
El presentismo laboral y los fallos organizativos
No siempre que el trabajador está simplemente “calentando la silla” es el causante. La mala organización devora muchas horas de trabajo en las que se está, pero no se hace nada.
Tradicionalmente, se achaca a España un problema con los horarios. Se aduce que con frecuencia se emplean jornadas partidas fácilmente ampliables. El empleado que ha partido de su casa a primera hora de la mañana puede salir del trabajo a última de la tarde.
Las causas son fundamentalmente tres:
- Esa hora temprana de comienzo suele ser algo más tardía que en otros países de nuestro entorno, lo que dificulta las jornadas continuadas.
- Hay muchas pausas durante el trabajo se podrían acortar, en especial las destinadas a la comida.
- La hora de finalización es demasiado flexible, no siendo raro que una jornada laboral se prolongue improductivamente más allá de lo establecido.
Pero, además, los tiempos muertos generados por los cuellos de botella organizativos también generan presentismo. Por ejemplo, un empleado no puede avanzar en una labor clave porque está esperando algo que no llega. Mientras tanto, la empresa no ha encontrado la tarea adecuada que pueda serle asignada.
Finalmente, toda empresa debe estar permanentemente involucrada en la búsqueda de una mejor motivación y de los incentivos adecuados para su personal. De lo contrario, estaría abonando el mejor terreno para que se consolide el presentismo.
El incremento del presentismo debe provocar una reflexión en la empresa española. Las mejoras en motivación, incentivos, organización, uso de redes sociales y políticas de conciliación son algunos de los objetivos más importantes en la lucha contra el presentismo.
Por Gonzalo García Abad