¿Es creíble que aquellos que son capaces de encontrar agua en Marte, generar inteligencia artificial o crear el Gran Colisionador de Hadrones no sean capaces de conseguir que no se funda una simple bombilla? Esto solo parece tener una explicación: la obsolescencia programada.
El término obsolescencia, usado de forma independiente, solo hace referencia, según la RAE, a algo “anticuado o inadecuado a las circunstancias, modas o necesidades actuales”. En cambio, cuando se habla de obsolescencia programada se introducen aspectos no del todo positivos.[hde_related]
Concepto de obsolescencia programada
La obsolescencia programada consiste en limitar la vida útil de un producto de manera planificada, para lo que que la empresa, en su diseño, introduce elementos de forma que tenga una durabilidad determinada. Esto obliga a que el consumidor, llegado el momento, deba sustituir un producto por otro, al volverse inútil, no funcional o desfasado.
¿Cómo surge la obsolescencia programada?
Para entender mejor el origen de la obsolescencia programada, es imprescindible ver el documental ‘Comprar, tirar, comprar’, donde se analiza y descubren los principales aspectos de esta mala práctica empresarial.
https://www.youtube.com/watch?v=uGAghAZRMyU
La primera referencia clara a la obsolescencia programada la podemos encontrar en la fabricación de bombillas. Todo empieza con los prototipos diseñados por Thomas Alva Edison, los cuales estaban concebidos para resistir unas 1.000 horas de uso, que en posteriores desarrollos llegaron a ampliarse a las 2.500 horas.
Esto supuso un desafío a la industria y a los principales productores. A más duración de cada bombilla, menos ventas. Es fácil entender qué pasaría si tuvieran duración ilimitada. Es entonces cuando surge el Cártel Phoebus, tras el que estaban los principales fabricantes de la época y que, entre otras medidas protectoras, frenaron el desarrollo, limitando la vida útil a 1.000 horas.
Comprobar esto es fácil. ¿Sabes que existe una bombilla, la Centennial Bulb, que alumbró por primera vez en 1901 y lleva en funcionamiento de forma ininterrumpida desde 1972? Puedes verla en directo a través de una webcam.
Causas de la obsolescencia programada
La obsolescencia programada no es tan obvia como que algo explote o se queme. Podemos encontrar diversas causas que la motivan.
- Cuando el producto deja de funcionar o falla algún elemento. Casos como el tubo flexible de una aspiradora o la batería de un smartphone son algunos ejemplos.
- Ausencia de repuestos que impiden su reparación. Esto pasa con los coches con cierto número de años para los que no existen repuestos y cuya única alternativa es localizarlos en la chatarra.
- Descatalogación, como puede ser lo que le sucede a los libros de texto en el colegio, a los que cada cierto tiempo se le realizan cambios para que no puedan pasar de unos alumnos a otros.
- Incompatibilidades con nuevos productos, como el caso del hardware y el software o los videojuegos.
- Causas psicológicas, producidas por el continuo lanzamiento de nuevos modelos y versiones, visto, sobre todo, en la tecnología o en la ropa.
- La caducidad, usada, de manera habitual, en productos alimentarios o medicamentos al introducirse una fecha en la que consumirlos preferentemente.
Principales problemas
Existen grandes problemas asociados a esta sospechosa práctica, entre los que destacan tres:
- La prevalencia del lucro económico por encima de la calidad, el desarrollo o la eficiencia.
- El exceso de residuos, la mayoría no biodegradables, con el grave impacto sobre el medioambiente.
- El empleo excesivo de materias primas para poder producir más.
A grandes problemas, soluciones ingeniosas. Con la necesidad latente de los consumidores, han surgido iniciativas interesantes encaminadas a alargar la vida de los productos o reutilzarlos: Tragamovil, ifixit, Back Market o Repair café son buenos ejemplos de ello.
¿Hay normativa que lo solucione?
Parece que todavía no. En la Unión Europea, los distintos países están incorporando, poco a poco, normativa que sancione estos comportamientos. En España, está regulado, de manera superficial, mediante el Real Decreto 110/2015, de 20 de febrero, sobre residuos de aparatos eléctricos y electrónicos que, en su Artículo 6. Diseño y reutilización del producto, dispone la insuficiente regulación:
“Los productores de aparatos eléctricos y electrónicos (AEE), de sus materiales y de sus componentes, deberán diseñar y producir sus aparatos de forma que se prolongue en lo posible su vida útil, facilitando entre otras cosas, su reutilización, desmontaje y reparación.
[…] Los productores de AEE no impedirán la reutilización de los AEE usados y la preparación para la reutilización de los residuos de los AEE mediante características de diseño específicas o procesos de fabricación específicos, salvo que dichas características o procesos de fabricación presenten grandes ventajas en materia de seguridad o para la protección del medioambiente.”
Imágenes | iStock.com/Patrick Daxenbichler, iStock.com/Achisatha Khamsuwan