En 2008, las criptomonedas no existían. Aquel año, el misterioso Satoshi Nakamoto, un pseudónimo tras el que se ocultan una o varias personas, lanzó el software que permitiría crear al año siguiente el bitcóin, que por aquellas fechas no valía nada. Sin embargo, la historia de las criptomonedas ha sido una verdadera montaña rusa que a finales del año pasado y a comienzos de este tuvo su pico más alto. En diciembre, el bitcóin alcanzó los 19.500 dólares de valoración (hoy apenas pasa de los 6.000).
Además, en enero, el valor total de esta y del resto de monedas virtuales (actualmente hay más de 1.600) alcanzó los 820.000 millones de dólares, una cifra muy cercana al PIB de todo un año de un país como España. Eso sí, desde ese momento el mundo de bitcóin, ethereum y ripple, las principales criptomonedas, se ha dado un batacazo y su valoración actual no llega a los 350.000 millones de dólares, menos de la mitad que hace seis meses.
Saltan las alarmas
El bitcóin y el resto de monedas virtuales surgieron bajo los esquemas de blockchain o cadena de bloques, una potente herramienta concebida para establecer una fuerte seguridad en las transacciones que las cifra y replica en ordenadores de muchos agentes, pero nunca en los sistemas de las autoridades, los bancos centrales o cualquier otro intermediario financiero, como ocurre con las divisas tradicionales.
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Por eso, y a pesar de las enormes expectativas que ha generado la tecnología de blockchain en todo tipo de sectores, en el seno de los Estados y los organismos reguladores internacionales han saltado las alarmas contra las criptomonedas y se están dando pasos para su regulación. ¿Los motivos? “La especulación, las estafas millonarias y el blanqueo de capitales”, según los expertos de Bonatti Penal & Compliance, despacho especializado en movimientos de capitales y cumplimiento normativo.
“El principal problema es que las llamadas criptomonedas se concibieron como un medio de pago ajeno a los canales financieros habituales (banca y servicios de pago tipo Money Transfer) con el objetivo de reducir los costes de intermediación en los pagos en internet y su control por los mercados financieros tradicionales. Esto provoca que las criptomonedas estén escasamente reguladas, lo que supone un grave riesgo en su tratamiento como activo de inversión, donde es razonable que operemos siempre en mercados regulados y supervisados que ofrezcan garantías a los inversores”, explica Francisco Bonatti, socio director del despacho.
Además, Bonatti recalca que en ámbitos ajenos a la inversión, las principales amenazas que entrañan las criptomonedas y su falta de control tienen que ver con “su uso para el blanqueo de capitales que financian actividades delictivas, o el uso que se hace de ellas en la dark web o internet oscura”.
Bonatti reconoce que el importe que mueven estos tipos de fraudes es difícil de calcular porque no existen autoridades regulatorias que los supervisen y también por la enorme proliferación de criptomonedas. En todo caso, asegura que las amenazas más habituales para los inversores son “la especulación con sus cotizaciones”, que provoca “incrementos y caídas de precios sorpresivos, la quiebra de portales de gestión y empresas monedero y las sustracciones de las criptomonedas”.
Buscando la regulación
Por todo ello, el sector público y los organismos reguladores ya empiezan a tomarse en serio el tema. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y el Banco de España ya han lanzado advertencias sobre los peligros que entrañan las monedas digitales dirigidas a los inversores. Los organismos europeos siguen los pasos de la SEC, el organismo regulador de la Bolsa y los mercados de valores en Estados Unidos, de la Reserva Federal e incluso de las autoridades chinas.
En el gigante asiático, el Banco Popular de China (central) ha instado a los gobiernos locales a imponer restricciones al elevado consumo energético, una medida destinada a frenar la minería de criptomoneda, que en realidad es el proceso de fabricación de estas divisas virtuales, y que exige que potentes ordenadores trabajen día y noche consumiendo mucha luz.
En Europa, el Parlamento Europeo ha aprobado la quinta directiva comunitaria contra el blanqueo y la financiación del terrorismo, que, una vez en vigor, será adoptada por los Estados miembros en un plazo de 18 meses. La nueva directiva europea exige la identificación de las personas que intervienen en las transacciones mediante criptomonedas, eliminando el anonimato, que es el aspecto más preocupante desde la perspectiva del blanqueo de capitales.
El registro de transacciones de las criptomonedas garantiza al máximo la seguridad de las operaciones de pago, pero no permiten identificar a la persona que está detrás de la operación. Con la nueva normativa europea sí habrá situaciones en las que se exigirán nombres y apellidos a los titulares de criptomoneda que intervienen en las operaciones”, según Joaquín Mena, socio de Bonatti Compliance.
“La quinta directiva sobre prevención del blanqueo considera sujetos obligados a aquellos que se dediquen a la conversión e intercambio de criptomonedas. La regulación de la conversión de moneda en criptomoneda y los controles sobre los servicios de inversión en este tipo de activos son ejes necesarios que Europa debe afrontar”, enfatiza Francisco Bonatti.
También la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, ha reiterado en varias ocasiones la necesidad de regular las criptomonedas y que es solo cuestión de tiempo que haya una supervisión gubernamental de las mismas. Para Francisco Bonatti, la respuesta de las autoridades tendrá que ser global porque estamos ante un fenómeno surgido de la “globalización y la transformación digital”
Por último, Bonatti deja un recado para aquellos que estén pensando en entrar en el mundo de las criptodivisas alentados por el boom que han experimentado en el último año. “No considero que las criptomonedas sean un activo consistente y fiable donde pequeños inversores que quieran especular vayan a encontrar un entorno amable. Especulación e inversión son términos difíciles de conjugar, pero cuando hablamos de criptomonedas son sinónimos de fracaso y pérdidas”.
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