El 47% de las empresas mantendrán el teletrabajo tras estos últimos meses. Así lo afirma el estudio ‘Estudio del Impacto de COVID-19 en la inversión TIC en España’, de IDC Research España. Parece que el teletrabajo ha llegado para quedarse. Conservar la mitad de los puestos de teletrabajo generados durante el encierro puede parecer poco, pero supone un importante salto adelante que traerá consecuencias de calado.
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Lo más llamativa es el cambio de mentalidad empresarial y la presión de la COVID-19 sobre la cultura empresarial. El número de empresas que se han dado cuenta de que era viable teletrabajar y que antes ni lo consideraban es alto. Además, algunos recientes teletrabajadores se han topado con mejoras en sus condiciones laborales y querrán conservarlas.
Teletrabajo: del 4,3% a más del 30%
Antes de la COVID-19 el teletrabajo en España rondaba el 4,3%, según el Eurostat. La media europea rozaba el 5,2%. Sin embargo, según un estudio de la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y de Trabajo (Eurofound), casi el 40% de los ocupados en la Unión Europea comenzó a teletrabajar como consecuencia de la pandemia.
El resultado, para países como España, ha sido pasar de golpe del 4,3% a más del 30,2%, cifra que responde a la pregunta “¿Empezaste a trabajar en casa como resultado de la situación de COVID-19?”. Aunque solo la mitad de ese porcentaje se mantenga en el teletrabajo a finales de 2020, España superaría el máximo previo del 14% en los Países Bajos.
La cifra hay que tomarla con cuidado: parte del crecimiento relativo del teletrabajo se debe a la bajada drástica de las cifras de empleo. Pero este cambio de modalidad de trabajo, permanente de forma parcial, puede ser considerado como un ‘acelerón’ al futuro.
La COVID-19 ha traído a 2020 la situación de teletrabajo de 2030 o 2040, y se espera que haya un retroceso a valores intermedios, quizá a entre un 15% y un 25% de teletrabajo para principios de 2021. Quizá más, o antes, de encontrarse una vacuna viable.
Pero incluso con un 15% de teletrabajo la situación empresarial y laboral habrá cambiado de forma sustancial, añadiendo un importante número de horas libres a los españoles gracias a la reducción de la movilidad, disminuyendo el impacto ambiental de la misma y haciendo más flexibles los equipos de trabajo. El cambio más importante será, quizá, el cambio de cultura empresarial.
El complejo espectro del teletrabajo de la COVID-19
Pasar de la oficina a casa no es bueno ‘per se’. Existen una serie de condiciones básicas en materia de seguridad laboral que han de cumplirse también en el hogar. Empezando por un escritorio, una silla ergonómica, una iluminación adecuada y la ausencia de distracciones. El mismo estudio del Eurofound encontraba que el 8,5% de los españoles “ven difícil concentrarse en el trabajo debido a las responsabilidades familiares”.
Un 4% de los encuestados incluso afirma que “las responsabilidades familiares quitan tiempo que debería dedicar al trabajo”. Y es que hay que diferenciar entre intentar trabajar desde casa y el teletrabajo. Igual que existen teletrabajadores que han dado con mejores condiciones simplemente por dejar atrás la oficina, otros han aterrizado en un entorno hostil, poco compatible con la productividad o la conciliación.
Este espectro, que abarca desde condiciones de trabajo pésimas a la mejora notable de las condiciones laborales, es similar al que encontramos en la demandada y a la vez criticada economía gig: mientras que algunas actividades de bajo valor disponen de condiciones precarias y poco competitivas, el mismo modelo aplicado a otras actividades hace que los trabajadores más jóvenes prefieran ser freelancers. Dos extremos de un ‘continuum’ complejo.
¿Querrán volver los teletrabajadores al modo presencial?
Este mismo espectro desemboca en uno todavía más complejo, con más factores a analizar, que determina lo predispuestos que estarán algunos teletrabajadores a volver a las oficinas. Encontraremos todo tipo de respuestas:
- Desde los que el falso teletrabajo les ha hecho trabajar más horas en condiciones pésimas, con presentismo digital o que se han visto incapaces de gestionar trabajo y responsabilidades familiares…
- … Hasta trabajadores que hayan visto una mejora sustancial en sus condiciones laborales y que ahora las demanden de cara al futuro sobre la base de su capacidad de negociación.
Esta dicotomía en ambos extremos se enfrenta al dato con que abríamos el artículo. Una de cada dos empresas considerará mantener el teletrabajo ganado para sus trabajadores, mientras que la otra mitad querrá volver a la situación anterior dentro de las posibilidades de la ‘nueva normalidad’.
La consecuencia inmediata será que aquellos trabajadores de alta capacitación y alto valor añadido podrán elegir qué hacer o, al menos, dispondrán de una palanca de negociación a su favor; mientras que aquellos trabajadores que ya estaban caracterizados por un trabajo precario van a perder aún más capacidad relativa respecto a los primeros. Es decir, no verán mejoras ni podrán beneficiarse de todos estos cambios.
Sí, el teletrabajo permanente derivado de la COVID-19 mejorará el panorama laboral y fomentará el trabajo de calidad, pero también podría ensanchar la brecha entre trabajadores ‘de cuello blanco’ y ‘de cuello azul’. Incluso dentro de una misma empresa habrá quienes puedan elegir desde dónde desempeñar su actividad y quienes no tengan elección.
La mejora de las condiciones laborales
Dentro del primer grupo, muchos trabajadores han constatado una importante mejora de las condiciones laborales a la que nos referíamos antes. Progreso que las empresas pueden aprovechar gracias al aumento de productividad derivado de ellas. Hemos querido recopilar algunos de los cambios positivos derivados del teletrabajo, consultando a nuestro entorno.
- Comer a diario con la familia o pareja y mejorar la alimentación (ingredientes frescos cocinados en casa).
- Mayor autonomía en la gestión del tiempo. Incluyendo nuevas actividades placenteras como dormir la siesta o hacer deporte. Además de ahorrar el tiempo de transporte a la oficina (commute) y poder realizar tareas personales que implicarían más tiempo (o resultarían imposibles) desde la oficina.
- No madrugar tanto suele implicar una mejor calidad de sueño.
- Disponer de más energía para hacer tareas de casa, invertir en formación y disfrutar de las aficiones. En resumen, aprovechar más el tiempo libre.
- Eliminar el gasto de transporte.
- Ahorrar en ropa y lavadoras, además de poder llevar una vestimenta más cómoda.
- El silencio. A menudo en la oficina hay mucho ruido de gente, que genera distracciones y reduce la concentración y productividad.
- Mejorar la gestión de documentación (todo está online) y las comunicaciones asíncronas.
- Disfrutar de un mayor tiempo de calidad en casa, ya sea en soledad o en compañía (familia, pareja, mascotas…)
Todos estos elementos, atribuibles al salario emocional y de valoración notablemente subjetiva, son apreciados por los trabajadores como una mejora del contrato laboral. Mejora que, basándose en el valor que aportan a la compañía y su capacidad de negociación, podrán conservar o no en el futuro. Todo parece indicar que ese 47% de empresas que mantendrán el teletrabajo van a cambiar de forma notable el panorama laboral del país. Para bien y para mal, vienen cambios en la forma en que entendemos el trabajo.
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