El síndrome del burnout o del ‘trabajador quemado’, que acaba de ser reconocido por la Organización Mundial de la Salud como una enfermedad profesional, afectó el año pasado a cuatro de cada 10 empleados en España, según una investigación de Adecco. Pero todavía muchas personas que sufren este problema ni siquiera lo saben. Y las empresas tampoco le prestan suficiente atención.
El síndrome del burnout hace referencia a la cronificación del estrés en el ambiente laboral. Un trabajador quemado es alguien agotado mentalmente siempre, y en ocasiones también en el ámbito físico. Ese estado pasa factura: altera la personalidad de quien lo sufre y baja su autoestima. Además, el burnout lleva a los profesionales a perder interés por las tareas que tienen encomendadas y a reaccionar de forma negativa a todo lo que tiene que ver con su profesión.
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Las personas que más sufren este síndrome son aquellas expuestas al trato con el público o con clientes. Además, son proclives a ‘quemarse’ los profesionales que desempeñan puestos donde hay mucha discrepancia entre las expectativas y las condiciones de trabajo. Por ejemplo, un sueldo bajo para una persona con alta responsabilidad hará que esta acabe quemada. También llevará al desánimo y el estrés un ambiente laboral cargado de tensión o donde se degrade a la gente.
Desde pérdida de apetito a estrés y ansiedad
Como decíamos antes, el burnout laboral se manifiesta de diversas maneras. A nivel físico, suele dar lugar a fatiga crónica, pérdida de apetito y subida de peso. También se manifiesta en problemas gastrointestinales y migrañas. En las mujeres, puede producir desregulaciones del ciclo menstrual. En el aspecto psicológico, el trabajador quemado es una potencial víctima de cuadros de estrés y ansiedad. También de insomnio e incluso depresión en los casos más extremos.
En lo que concierne a la conducta, el trabajador quemado acaba sintiendo indiferencia y desapego por lo que hace. Además, suele estar irritable y se muestra duro en el trato con sus compañeros o con los clientes. E incluso con sus amigos y familiares, porque es muy difícil en un escenario así mantener al margen la vida privada.
Para la empresa, un empleado con síndrome de burnout (un término que data, nada menos, que de 1974) es menos productivo. Además, la desmotivación que sufre hace que aporte menos ideas y sea reduzca su capacidad de liderar proyectos o llevarlos a cabo. También rebaja el rendimiento de sus compañeros. Porque una persona apática o con una actitud negativa suele mermar el entusiasmo y las ganas del resto del grupo
Medidas para hacer frente al síndrome del ‘burnout’
El estado de burnout o agotamiento mental crónico, que desde el 1 de enero está reconocido como una enfermedad estrictamente profesional, tiene tratamiento. Hay varias maneras de superar este síndrome. En muchos casos, lo más conveniente será combinar varias medidas e ir viendo sus efectos.
- Control de la carga de trabajo. Para muchos empleados quemados, un exceso de tareas o de responsabilidad suele ser la primera causa de estrés. En este caso, el trabajador debe hablar con sus superiores para reordenar su carga. Y la empresa también debe identificar este exceso y darle solución.
- Delegar es clave. Muchas personas están sobrepasadas por el trabajo, pero son incapaces de delegar en sus compañeros que así, además, ganarán autoestima. Hay que confiar en el equipo y repartir esfuerzos para evitar el agotamiento.
- Saber decir ‘no’ también es importante. Comunicar un estado de saturación a la empresa es un buen paso para un empleado que empiece a sentir agotamiento mental. También es fundamental saber decir que no cuando el exceso de obligaciones amenaza con derivar en ansiedad o estrés.
- Definir las tareas de cada uno. En una empresa donde los roles de cada empleado estén claros, será más difícil que algunos de ellos se saturen, en beneficio de otros que, por el contrario, dejen de asumir sus obligaciones. Es una medida de seguridad y control que evitará o minimizará el estrés en la plantilla.
- La cuestión es: ¿qué motivación tengo? Es una pregunta clave que todo empleado debe hacerse de forma periódica. Si la respuesta es que ninguna, habrá que preocuparse. Un trabajador desmotivado rendirá poco y tendrá todas las papeletas para acabar quemado. Recordar cada poco tiempo cuáles son los objetivos a alcanzar permite mantener la motivación.
- Conciliación de vida profesional y privada. Contestar correos por la noche o en fin de semana y prolongar las reuniones más allá del horario de trabajo son también factores de sobrecarga que pueden acabar en estrés. Hay que desconectar y encontrar un equilibrio entre la vida personal y laboral. Conviene hacer deporte y practicar la relajación. Y pasar todo el tiempo necesario con familia y amigos. E incluso es bueno hacer descansos breves durante la jornada de trabajo.
Test online y apps para saber si sufrimos este síndrome
Es posible que el empleado esté quemado y no lo sepa. Bien porque confunde síntomas o porque le quita importancia a su sufrimiento o lo relaciona con cualquier otra dolencia. Como en el caso de otras enfermedades, un diagnóstico precoz es la mejor manera de enfrentarse a la infelicidad laboral y evitar derivas más dolorosas que pueden acabar en la depresión y en la pérdida del puesto de trabajo.
Además de preguntarse cada cierto tiempo por la motivación que tiene para hacer las cosas bien en el trabajo, el empleado puede recurrir a test online que le dirán hasta qué punto está afectados. Hay muchos. Uno de los más reconocidos es el Inventario de Burnout de Maslach (MBI). No suelen requerir mucho tiempo para ser contestados. Y luego siempre está la opción de contactar con un psicólogo profesional para poner en marcha un plan de choque.
En las tiendas de aplicaciones para móviles también empiezan a aparecer apps interesantes. Una es BurnOut App, que está en fase beta en Android y que no solo ofrece un diagnóstico, sino que también permite ir viendo los progresos de la persona que sufre estrés laboral. Otra aplicación interesante es Burnout test, que ofrece información sobre este problema y una calculadora para saber hasta qué punto uno está afectado.
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