Las oportunidades del teletrabajo, a revisión tras dos años de pandemia

Empresa

Han pasado ya dos años desde que el virus de la COVID-19 fue descubierto en Wuhan (China). Casi 24 meses de pandemia que han dado para mucho. En muchos sentidos, para demasiado.

A nivel empresarial, la COVID-19 ha supuesto un avance acelerado hacia el teletrabajo. En los primeros meses de la pandemia, se trató casi de un salto sin paracaídas, un cambio obligado. Ahora, dos años después, las tendencias se han estabilizado y pueden analizarse ya con cierta perspectiva.

En este sentido, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha publicado un informe en el que analiza el estado del teletrabajo a nivel mundial a largo plazo tras el impacto inicial de la pandemia y estudia las oportunidades y desafíos que tiene por delante esta nueva forma de trabajar. Estas son sus principales conclusiones.

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Las diferentes velocidades del teletrabajo

El teletrabajo ha llegado para quedarse, pero parece que en algunos países y sectores más que en otros. Las economías y las industrias más digitalizadas han dado el salto con mayor facilidad que aquellas más dependientes del trabajo presencial. Además, el incremento repentino del trabajo en remoto durante los primeros meses de la pandemia ha ido suavizándose en todo el planeta y muchos negocios han optado por la vuelta a la presencialidad.

En España, según los datos de la última encuesta de población activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística, en el tercer trimestre de 2021 el 8 % de los ocupados (1,6 millones) trabajaron desde su domicilio más de la mitad de los días. Este porcentaje, que antes de la pandemia apenas llegaba al 5 %, alcanzó el 45 % durante el estado de alarma, pero poco a poco ha ido disminuyendo. La misma tendencia se ha observado, según la OCDE, en muchos otros países, pero con diferentes grados.

En Francia, el teletrabajo se duplicó con la pandemia, pasando del 25 al 50 % entre 2019 y 2020. Las cifras son similares en otras economías muy digitalizadas, como Reino Unido, Dinamarca y Australia. En todas ellas, el nivel de trabajo en remoto se mantuvo cercano al 50 % durante 2020. El cambio no fue tan acusado en Italia (donde se llegó a un máximo del 20 % de ocupados teletrabajando), ni en Brasil, donde el trabajo en remoto pasó del 5 al 10 % durante la pandemia.

En el análisis sectorial también se perciben grandes diferencias. Entre los empleados del sector de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), el teletrabajo, que ya estaba muy implantado, alcanzó el 70 % durante 2020. Los porcentajes también son altos entre las profesiones técnicas y científicas y en el sector educativo. Sin embargo, entre los trabajadores médicos, los del transporte y almacenaje de mercancías y la hostelería, el teletrabajo apenas alcanzó un 15 % en su pico más alto.

«Los trabajadores más cualificados también tienen más opciones de haber teletrabajado», señalan desde la OCDE. «En Francia, por ejemplo, casi el 70 % de las personas con estudios superiores trabajaron desde casa durante el primer confinamiento nacional, frente al 20 % de las personas con niveles educativos más bajos. Y, en Estados Unidos, las personas con máster o doctorado tenían 15 veces más probabilidades de teletrabajar durante la pandemia que los empleados menos cualificados».

¿Ha llegado para quedarse?

El impacto del teletrabajo durante el primer año de pandemia fue más que evidente. Esta modalidad sirvió para contener la destrucción de empleo, mantener la actividad y mitigar el efecto negativo de la crisis económica derivada de la COVID-19. Sin embargo, el trabajo en remoto también ha supuesto una serie de desafíos para las empresas: salto tecnológico, formación tecnológica, cambio repentino de la cultura corporativa e incremento de las vulnerabilidades ante ciberataques.

De acuerdo con el informe de la OCDE, los beneficios del teletrabajo son el aumento de la productividad, la mejora de la conciliación y la reducción de la huella de carbono de las empresas. Aun así, la organización mundial admite que falta mucha investigación para poder asegurar que estos beneficios pueden lograrse por igual en todos los sectores y países.

A pesar de ello, la mayoría de los empleados apuesta por mantener el teletrabajo o establecer un sistema híbrido de presencialidad y trabajo en remoto a largo plazo. El informe de la OCDE recoge también una serie de estudios llevados a cabo en varios países europeos, así como Japón, Estados Unidos y Canadá, que concluyen que tanto las empresas como los empleados apuestan por seguir teletrabajando, pero que es poco probable que este trabajo en remoto se mantenga a tiempo completo por los desafíos tecnológicos y organizativos que supone.

“Las empresas deberán adaptar sus prácticas laborales para abordar los desafíos asociados con el teletrabajo. Las medidas incluyen establecer límites y rutinas para evitar el exceso de trabajo, asegurar que los managers tengan las habilidades y herramientas necesarias para coordinar tareas y comunicarse de manera efectiva […] o facilitar la creación de redes y la cohesión del equipo más allá del lugar de trabajo”, señala el informe de la OCDE.

“Los gobiernos también deben tomar medidas para mantener los beneficios del teletrabajo en el futuro; para asegurar que las empresas y sus empleados tengan la flexibilidad necesaria para impulsar la recuperación económica y social tras la pandemia e incrementar el bienestar”, concluye.

Imágenes | Unsplash/Helena Lopes, Simon Abrams

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