La generalización del teletrabajo, surgida de la batidora social y económica que fue la Covid-19, conlleva ventajas, tanto para los trabajadores como para las empresas. Al ahorro energético y de tiempo hay que sumar una mejor conciliación familiar, que resulta en un personal más satisfecho y motivado. Sin embargo, los efectos positivos del trabajo en remoto dejan de serlo sin un enfoque paritario y simétrico para ambos sexos; hasta el punto de que puede llegar a ser un factor de ensanche, y no de costura, de la brecha de género. [hde_related]
Análisis como el elaborado por la Fundación Eurofund desvelan que el teletrabajo, que sobre el papel proporciona una mayor flexibilidad para hacer frente a las responsabilidades familiares y domésticas, ha tenido el efecto contrario en el caso de las mujeres, intensificando la carga de trabajo que realizan en el hogar. Expertos de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC) afirman que esta flexibilidad en muchas ocasiones juega en contra de las empleadas, que frecuentemente tienen que compaginar su labor profesional con el grueso o la totalidad de las tareas domésticas.
En estas condiciones, es obvio que desarrollar la jornada laboral desde casa no favorece la conciliación, sino que la dificulta. Es más, desde la UOC advierten que la eficiencia de las trabajadoras se ve seriamente mermada debido a las constantes interrupciones, un ambiente de trabajo inadecuado y un mayor desgaste psicológico.
Las causas
Pero ¿dónde está la raíz del problema? Los datos señalan a la realidad sociocultural, aún deudora de los usos y códigos patriarcales. Según una investigación realizada por el Instituto Europeo para la Igualdad de Género (EIGE, en sus siglas en inglés), las mujeres afrontan el 70% de las horas de trabajo doméstico no remunerado. El informe indica que ellas dedican de media 90 minutos más al día que ellos a estas tareas, y un 92% lo hace varios días a la semana, frente al 68% de los hombres.
En España, la realidad es que la pandemia, gran impulsora del trabajo en remoto, no ha reducido la brecha de género. Muy al contrario, la ha ampliado: según el estudio ClosingGaps, elaborado por la consultora PriceWaterhouseCoopers (PWC), la irrupción de la Covid-19 ha propiciado un aumento de casi un punto en la brecha de género en España, pasando del 35,9 % de 2020 al 36,7 % en 2021.
La consecuencia es un claro retroceso en el objetivo de alcanzar la igualdad entre mujeres y hombres, que se retrasa dos años más frente a lo previamente estimado, hasta 2058. Y este es un envite en el que el conjunto de la sociedad, no solo las mujeres, se juega mucho: según la investigación llevada a cabo por los autores del informe, el coste de las desigualdades entre mujeres y hombres supone un coste de oportunidad de 213 299 millones de euros para la economía española, el equivalente a 19 % del PIB de 2020.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT), organismo dependiente de las Naciones Unidas, también enfatiza los obstáculos que la desigualdad supone para el rendimiento laboral de las mujeres, ya que el cuidado del hogar y de los hijos sigue recayendo en ellas. En el dosier ’El teletrabajo durante la pandemia de Covid-19 y después de ella’, destaca que la pandemia ha dificultado el rendimiento de las mujeres, debido a la imposibilidad de separar su deber laboral de otras actividades personales.
¿Qué pueden hacer las empresas?
El teletrabajo es un marco flexible, y solo mediante un entendimiento igualmente flexible se pueden atajar los problemas de género vinculados a él.
La OIT exhorta a los emprendedores, especialmente a aquellos que dirigen pymes, a tomar conciencia de la situación sociolaboral de sus empleadas en remoto, siendo tolerantes con los valles en su rendimiento, de forma que puedan sacar partido al máximo de los picos. De este modo, las compañías serán partícipes de la evolución cultural que dé lugar a un futuro más igualitario del que serán las principales beneficiadas.
El respeto a los tiempos de descanso, los días libres y el derecho a la desconexión son factores clave en el camino a seguir. Igualmente, se invita a las empresas a ser sujetos activos del cambio social, organizando talleres y actividades que promuevan el reparto equitativo de las tareas domésticas y familiares.
Por José Sánchez Mendoza