Teresa Baró: “Hay directivos todavía que piensan que una profesional no quiere más responsabilidad porque tiene familia”

Empresa

Teresa Baró es especialista en comunicación personal en entornos profesionales. En su último libro, ‘Imparables’, analiza los retos que tiene la mujer en la empresa y cómo puede ascender en las plantillas recurriendo a un modo de comunicar que les es propio.

Es decir, Baró quiere ayudar a las mujeres a liderar y realizarse profesionalmente sin traicionarse a sí mismas, sin que tengan que ‘masculinizarse’. Además, habla de lo que ganarían las compañías y la sociedad en general de tener más mujeres en los puestos de responsabilidad. 

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Usted dice que las mujeres tradicionalmente para sobrevivir y progresar en el mundo de la empresa se han tenido que ‘masculinizar’. Pero que eso se podía haber evitado porque existe un estilo de comunicar, de liderar y de tener influencia que es puramente femenino, y que es perfectamente válido. ¿En qué consiste?

Más que traicionarse a sí mismas, ‘traicionan’ a su género. Es decir, pasan a comportarse según patrones más propios de los hombres. Y esa disidencia no es bien aceptada ni por las propias mujeres.

Las cosas serán distintas cuando el estilo de comunicación y liderazgo positivo y eficaz no dependa del género, sino de las habilidades de cada persona. Este liderazgo tendría características de la comunicación típicamente femenina y también de la típicamente masculina, porque ambos estilos tienen virtudes.

En los últimos años, sobre todo con la eclosión del movimiento #MeToo, la reivindicación del papel de la mujer en las instituciones, la economía y la sociedad ha sido generalizada. Sin embargo, si se analiza el estatus de la mujer en la empresa, sigue siendo una rareza en los equipos directivos. ¿Por qué pasa esto y en qué punto estamos del camino?

Se está avanzando mucho en los países occidentales, pero todavía no hemos alcanzado ni la misma visibilidad en muchas profesiones ni los mismos niveles directivos, tanto en política como en empresa. 

Los motivos son muchos. En muchas organizaciones se favorece la promoción de hombres. También hay una presión social que penaliza a las mujeres que se dedican a los trabajos más absorbentes. Hay otras mujeres que frenan su carrera con la maternidad. 

Pero hay otro factor también decisivo: la falta de conciencia de líder y una comunicación ineficaz por parte de mujeres que son extraordinarias expertas en lo suyo, pero no son percibidas como buenas directivas.

Usted habla en el libro de obstáculos para la carrera profesional de la mujer en la empresa. Menciona el famoso techo de cristal, la brecha salarial, la doble jornada o la ‘criptogínia’, que es la ocultación de referentes femeninos. En un país como España, ¿qué es lo que frena las carreras profesionales de las mujeres? 

Los principales retos son todavía la mayor dedicación de las mujeres a las tareas domésticas, la crianza de los hijos y el cuidado en general. Un riguroso estudio como el de Laura Sagnier, y que menciono en ‘Imparables’, nos dice que muchas mujeres todavía no pactan el reparto de estas tareas antes de vivir en pareja. 

Los horarios de muchas empresas tampoco favorecen la conciliación, aunque esto está cambiando con el teletrabajo. Y algunos directivos todavía parten del prejuicio de que una profesional no quiere más responsabilidad porque tiene familia, y por eso ni siquiera le proponen un ascenso para que ella misma decida. Eso sin contar los que todavía creen que las mujeres somos más ausentistas a causa de la maternidad.

[hde_quote author=»Teresa Baró,» position=»experta en comunicación»] Muchas mujeres todavía no pactan el reparto de las tareas domésticas antes de vivir en pareja [/hde_quote]

Otras barreras, muchas veces inconscientes, están en nosotras mismas: exceso de perfeccionismo, poca asertividad, evitación de situaciones incómodas, nuestro concepto de la ambición, etc.

¿Podría poner ejemplos de mujeres que, sin renunciar a su feminidad y a un estilo propio, han sido capaces de triunfar y liderar en ámbitos como la empresa, la política, la cultura…?

Primero tendríamos que definir ‘feminidad’ actualmente, sin caer en los tópicos de la feminidad tradicional que encarnaba los valores de la abnegación, el servicio, la ternura, la discreción o la sensualidad.

[hde_quote author=»Teresa Baró,» position=»experta en comunicación»] Un ejemplo de lo que se entiende por mujer femenina con poder es Sheryl Sandberg, CEO de Facebook [/hde_quote]

Pero un ejemplo de lo que todavía se entiende por mujer femenina con poder es Sheryl Sandberg, CEO de Facebook. Tiene en su aspecto, incluso en su voz, características marcadamente femeninas. Y lidera una de las empresas más influyentes del mundo. 

¿Hay países o sociedades donde a las mujeres les vaya bien siendo mujeres? ¿Hay sitios donde no hayan tenido que traicionarse para hacerse un hueco en un mundo de hombres?

En general, incluso en los países más avanzados, las mujeres tenemos que esforzarnos más para que nos vaya bien en el ámbito profesional. Pero los cambios que la mujer tiene que hacer para adaptarse a un mundo profesional competitivo, no tienen por qué verse como una traición, sino como un cambio de lenguaje, requerido en el mundo de los negocios, de la política. Está por ver si con su presencia cada vez más numerosa podrá ir cambiando la forma de pensar y actuar en las empresas y en los niveles directivos.

Su libro es una guía práctica destinada a enseñar a las mujeres a usar bien sus recursos, sobre todo los comunicativos, para ganar visibilidad y mejorar su posición profesional y social. ¿Podría darnos algunos consejos de lo que deben hacer las mujeres para ser aceptadas primero y luego triunfar? 

Potenciar su imagen profesional, adquirir seguridad en una misma, hablar de forma clara, cultivar su visibilidad, trabajar en equipo, mantenerse al día, ser positiva, aportar soluciones, defender sus ideas, hacerse respetar…

La educación suele ser el germen de los cambios sociales a largo plazo. ¿Considera que todavía tenemos en el fondo una educación bastante sexista? Lo digo porque muchas profesiones siguen siendo eminentemente masculinas o femeninas. 

Absolutamente de acuerdo. Pero, como siempre, tenemos un gran problema: primero hay que formar a los docentes. ¡Y a los padres y madres! ¿Y quién va a hacerlo? En el caso de madres y padres, hay una forma de educación indirecta que son los propios entornos laborales si tienen una política para la igualdad. 

No creamos que por utilizar un lenguaje inclusivo o por repetir mil veces “niñas y niños” estamos dando una educación para la igualdad. Todo es mucho más complejo porque neutralizar creencias que arrastramos desde hace siglos es difícil tanto para hombres como para mujeres.

Fomentar las vocaciones STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) en las niñas, impulsarlas a emprender o a entrar en el mundo de los negocios, no limitar su ambición, no decirles que hay actividades (deportes, por ejemplo) que son de chicos… Esto y mucho más puede ayudar. Y también educar en una comunicación no verbal que las empodere, en lugar de hacerlas más invisibles o, peor todavía, hipersexualizarlas.

[hde_quote author=»Teresa Baró,» position=»experta en comunicación»] No creamos que por utilizar un lenguaje inclusivo o por repetir mil veces ‘niñas y niños’ estamos dando una educación para la igualdad [/hde_quote]

Se dice que las mujeres son más empáticas y compasivas. ¿Qué ganarían las empresas o las instituciones políticas de estar mayoritariamente dirigidas por mujeres?

Probablemente ganaríamos una perspectiva diferente de qué necesita la sociedad y las personas. Ser empático y compasivo puede parecer una pérdida de tiempo en algunas estructuras. Pero está demostrado que aporta grandes beneficios, no solo en los individuos, sino también en los resultados de la empresa.

https://twitter.com/astro_duque/status/1358763779916464136

Por último, me gustaría que reivindicara a dos o tres mujeres que la historia y las circunstancias han silenciado, pero cuyo ejemplo podría de servir de inspiración para muchas personas hoy en día. 

Hay millones en todos los campos. Como ejemplo, Clara Schumann, compositora y pianista brillante que renunció a una carrera de éxito al casarse con Robert Schumann. Reanudó los conciertos para mantener a la familia cuando él fue ingresado en una clínica por enfermedad mental. 

María Moliner, que durante 15 años estuvo confeccionando el Diccionario de uso del español y superó en extensión al de la RAE. Su contribución en el campo lexicográfico es de gran magnitud. Y, en cambio, fue rechazada como académica de la RAE en 1972. Es una interesante biografía que merece ser conocida. Como tantas miles que han quedado en la sombra.

Por ello, son importantes iniciativas como #NoMásMatildas, que reivindican la presencia en libros de texto de las mujeres científicas y sus brillantes aportaciones.

Imágenes | @wijkmarkphoto

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