Cuando hace unas décadas alguien se incorporaba al mundo laboral, pasaba de un hogar en el que difícilmente había un ordenador a un entorno profesional con muchas herramientas avanzadas. Hoy día, en un mundo en que basta con uno de estos equipos para trabajar y una conexión a Internet, no hace falta salir de casa para ganarse la vida.
De hecho, no es extraño que las nuevas generaciones encuentran obsoleta la tecnología que localizan en su nuevo lugar de trabajo, o algunas normas de la empresa relacionadas con esta; mientras que a otros se les permite llevar sus propios dispositivos (Bring your own device, o BYOD) para que se sientan más cómodos.
¿Están adaptados los puestos laborales a los nuevos trabajadores?
En líneas generales, sí. Es complejo localizar un puesto laboral sin un ordenador, acceso a una impresora o Internet con una velocidad aceptable. No obstante, después de preguntar a diez jóvenes trabajadores en Madrid, de entre 28 y 31 años y con un puesto laboral que hace uso predominante del ordenador, anotamos sus opiniones.
Ordenadores demasiado lentos (9 de los 10 entrevistados) que hacen que trabajen más despacio de lo que podrían. En concreto, matizan sobre SO que se cuelgan o aplicaciones que tardan en abrirse. Siete de los entrevistados nos comentan que el BYOD no se contempla, dado que sus respectivas empresas prohíben la apertura de contenido confidencial en dispositivos externos.
Un entorno laboral no adaptado a las nuevas tecnologías. Seis de ellos puntualizan que sus compañeros más mayores siguen llamándoles por teléfono en lugar de usar el email, Slack o algún otro medio que no distraiga o les haga perder productividad, y ocho se quejan de que siguen recibiendo adjuntos en lugar de enlaces a servidores que saturan sus bandejas de entrada.
«Desde arriba estos problemas diarios no se tienen en cuenta, pero son importantes» confirma C.S., trabajador en una gran compañía de ámbito europeo. «Hasta que la nueva mentalidad llegue a la dirección, seguiremos usando la tecnología a una baja capacidad».
Destaca la importancia de los periféricos y de los formatos del teclado. La mayoría de los encuestados llamaron la atención sobre un teclado demasiado grueso, seis sobre un ratón incómodo para trabajar y cuatro echaron en falta un touchpad. Además, cuatro también señalaron a un SO poco actualizado y ocho a procedimientos internos relacionados con la tecnología poco optimizados.
¿Supone la tecnología obsoleta un problema de productividad para las empresas?
Un trabajador es más productivo cuando se encuentra a gusto en su entorno laboral, pero también cuando cuenta con herramientas adaptadas a su puesto y su formación. En este sentido, el uso de ordenadores antiguos puede causar frustración entre los más jóvenes, acostumbrados a un trabajo más fluido, a dispositivos rápidos y a una velocidad de red que les permita la multitarea.
Además del freno en tiempo que supone el uso de una tecnología obsoleta (cada vez que un ordenador se cuelga estamos perdiendo las contabilizadas como horas-persona), hacemos que el nivel de estrés del trabajador ascienda, fomentando las distracciones y el mal clima laboral.
Pero no solo hablamos de ordenadores lentos. Puntos como el Deconstructing Work, el minimalismo laboral y la flexibilidad son factores a tener en cuenta.
La imposibilidad de cambiar la forma de trabajar, una elevada burocracia interna, el hecho de que en algunas funciones todavía se realicen en papel o el encontrar algunas barreras para soluciones tecnológicas (el no poder instalar un programa o usar un servicio web, por ejemplo), provocan que las empresas pierdan parte del valor de los trabajadores que han contratado.
¿Qué pueden hacer las empresas para aprovechar al máximo a sus millennials ?
Aunque hablamos de millennials por resumir, lo mismo es aplicable a personas digitales que se hayan adaptado a las nuevas tecnologías sin importar su generación. Algunos cambios que las empresas pueden aplicar para sacar el máximo partido de sus trabajadores y fomentar un buen clima laboral son:
Invertir en equipos informáticos que permitan a los profesionales hacer uso de las herramientas a las que están acostumbrados, a una velocidad aceptable para ellos. Si comparamos el coste de un ordenador de alta gama con el coste en horas improductivas de un trabajador a la espera de que el sistema funcione, las cuentas salen. Se trata de una inversión.
Buscar alternativas de confianza para permitir el BYOD (que puedan usar sus dispositivos), como la instalación de protocolos de seguridad inalámbrica, la configuración de contraseñas de acceso a los dispositivos o la educación sobre información confidencial por parte de los trabajadores.
Adaptar la empresa al talento, en lugar de relegarlo a la burocracia. Pensemos que un trabajador es una inversión cuyo potencial podemos estar frenando con una cultura de empresa poco flexible.
Nativos digitales (y aquellos que han aprendido a usar las nuevas tecnologías) tienen la mente estructurada de un modo diferente a como se venía trabajando con antelación. Por ejemplo, afín a un trabajo con ordenador en la nube.
Dado que estos conocimientos marcan un punto de inflexión laboral, resulta recomendable escucharles y sacar partido a sus ideas, quizá a través de un buzón de propuestas para empleados o con reuniones periódicas en busca de nuevas estrategias.
Por Marcos Martínez