En ocasiones, en el cambiante mundo de los negocios no queda más remedio que prescindir de trabajadores a través de la figura del despido. Este puede estar motivado por distintas causas y, a la postre, resultar procedente o ser lo que se denomina despido improcedente.
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Contrariamente a lo que se puede pensar, la decisión de si un despido es justo o no es algo que no la toma ni la empresa ni el trabajador, sino un juez. Por eso vamos a ver cuáles son los tipos de despido, cómo se regulan este tipo de situaciones y cuándo dan derecho al trabajador a recibir una indemnización.
¿Qué es un despido improcedente?
Un despido improcedente es la rescisión de un contrato laboral realizada de forma unilateral por el empleador que se considera jurídicamente incorrecta o injusta, y esto puede deberse a dos causas: que no se han presentado razones justificadas para el despido, o que no se han seguido los procedimientos legales establecidos.
Es decir, es un despido que no cumple con los requisitos legales o que se realiza sin una causa válida para ello.
Para entenderlo primero hay que saber que existen tres tipos de despido, el objetivo, el disciplinario y el colectivo (que no nos interesa en este caso). El primero, el despido por causas objetivas está regulado en los artículos 52 y 53 del Estatuto de los trabajadores que establece que el empleador pone fin al contrato por motivos justificados y fundamentados relacionados con la empresa.
Estas pueden ser causas económicas, técnicas, organizativas o productivas, pero no están vinculadas al desempeño o comportamiento del trabajador.
Por su parte, el despido disciplinario, regulado por los artículos 54 y 55 de la misma Ley, se refiere a un despido provocado por un incumplimiento grave y culpable del trabajador.
Esto puede ser debido a faltas repetidas e injustificadas de asistencia o puntualidad al trabajo, la indisciplina o desobediencia en el trabajo, las ofensas verbales o físicas al empresario o compañeros, la disminución continuada y voluntaria en el rendimiento y otras.
Un despido improcedente puede producirse en ambos casos, tanto si las causas alegadas son objetivas o disciplinarias. Y es que la improcedencia, que es algo que determinará un juez, hace referencia a que recursos humanos no ha seguido los procedimientos adecuados, no ha proporcionado una justificación válida o no ha cumplido los requisitos legales necesarios para llevar a cabo el despido.
Por otro lado, conviene no confundir estos tipos de despido con el voluntario por parte del trabajador (que lógicamente no da derecho a indemnización), ni con el que puede exigir un trabajador si se produce una modificación sustancial en las condiciones de trabajo (que sí conlleva indemnización).
¿Qué pasa si un despido es improcedente?
Si el despido es declarado improcedente, esto significa que el juez o la autoridad competente ha determinado que el despido no estaba ajustado a las normas legales o bien las razones alegadas no estaban lo suficientemente justificadas.
En ese caso, según el artículo 56 del Estatuto de los Trabajadores, el empresario podrá ofrecer al trabajador su readmisión en la empresa, ofreciéndole la oportunidad de regresar a su puesto, con todos sus derechos fundamentales y los beneficios previos al despido.
La otra opción, si la readmisión no es viable o deseada por alguna de las partes, es pagar al trabajador una indemnización por despido improcedente. Si se opta por esta indemnización, esto supondrá lógicamente la extinción del contrato de trabajo.
Consecuentemente, el trabajador quedará desvinculado de la empresa y podrá solicitar la prestación por desempleo, más conocida simplemente como “el paro”. De todos modos, conviene no confundir el cobro del paro con el hecho de que el despido sea improcedente o no.
Tal y como cuenta el Ministerio de trabajo, la prestación por desempleo no requiere “que el despido sea calificado como procedente, improcedente o nulo por resolución judicial”. Las condiciones para poder solicitarlo dependen de la situación del trabajador, pero en relación al despido basta con que la baja del trabajador haya sido motivada por causas ajenas a él (es decir, que no se haya marchado por su propia voluntad).
¿Cuánto te corresponde por despido improcedente?
Las indemnizaciones por despido improcedente se calculan en función de la antigüedad del empleado en la empresa y del tipo de contrato laboral. El citado artículo del Estatuto de los Trabajadores establece que la indemnización será equivalente a treinta y tres días de salario por año de servicio (prorrateándose por meses los periodos de tiempo inferiores a un año), hasta un máximo de 24 mensualidades.
Por ejemplo, para realizar el cálculo de un empleado que llevara 10 años trabajando en la empresa, basta con multiplicar los 33 días de salario correspondiente por los años que lleva trabajando. El resultado sería que la indemnización que le corresponde son 330 días de salario.
Pero esta cifra hace referencia al despido improcedente en los contratos indefinidos que hayan sido firmados después del 12 de febrero de 2012, ascendiendo a 45 días por año trabajado para los contratos firmados antes de esa fecha (aunque con algunas puntualizaciones).
Por cierto, no confundamos tampoco la indemnización por despido improcedente con el finiquito, que serían los conceptos salariales que la empresa debe al trabajador al día de finalización de su relación laboral.
¿Cómo saber si es despido procedente o improcedente?
Para saber si un despido es procedente o improcedente hay que atenerse a lo que dice la legislación y estudiar bien el caso.
Por un lado, examinando minuciosamente los términos del contrato laboral, por otro comprobando las razones alegadas para el despido y, por último, verificando si se han seguido los procedimientos legales establecidos para el despido, como la entrega de un preaviso o notificación por escrito.
Si el trabajador no está de acuerdo con el despido, y considera que este ha sido improcedente, puede solicitar asesoramiento legal y, en última instancia, denunciarlo ante la autoridad laboral que será la que determine si el despido es procedente o improcedente.
¿Qué tipo de despido no tiene indemnización?
El tipo de despido que normalmente no conlleva indemnización es el denominado despido procedente o “por causa justa”. Como el improcedente, puede ser disciplinario o por causas objetivas.
La cuestión que determina que sea procedente, y por tanto, no conlleve indemnización, está en que se alegue una razón válida y justificada para poner fin al contrato laboral y se hayan cumplido con los procedimientos legales establecidos para el despido.
Por ejemplo, sería el caso de un trabajador despedido por faltas graves en el trabajo o una conducta inapropiada como robar materiales del trabajo o acosar a sus compañeros. También porque el trabajador muestre un bajo rendimiento o incumplimiento de sus tareas de forma repetida y siempre que estos hechos estén documentados y sean demostrables.
Pero este caso también podría darse si existen razones económicas, porque la empresa esté experimentando dificultades económicas graves y necesita reducir su plantilla y deba realizar despidos.
Si el juez considera que estos despidos están justificados, no los consideraría despido improcedente y, por tanto, la empresa no tendría que pagar ninguna indemnización.
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