Internet de las cosas, la tecnología que está transformando las empresas

Internet de las cosas, la tecnología que está transformando las empresas

Grandes Empresas

Ha llovido muchos desde que en agosto de 1991 Internet fue presentada públicamente. Desde entonces, esta tecnología ha revolucionado todos los ámbitos de nuestras vidas, y ha acelerado la mayoría de los cambios culturales, económicos y sociales que han tenido lugar en el mundo durante las últimas décadas. Las empresas no han sido ajenas a esta revolución. Hoy día, Internet de las cosas (en inglés, Internet of things), está transformando los procesos y los modelos de negocio de muchas compañías.

En este artículo explicaremos cómo han ido evolucionado las empresas a través de las tres etapas de la historia de Internet definidas por Genís Roca, director de RocaSalvatella.
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Etapa 1: Internet de las empresas (1995-2005)

En primer lugar, hemos de considerar Internet como un flujo de información que a lo largo del tiempo ha sido alimentado por distintas fuentes. Cuando apareció Internet, eran muy pocos los hogares que tenían acceso a esta. La tecnología para poder conectarse era cara (ordenadores de sobremesa, módems) y requería de conocimientos informáticos (la mayoría no los tenía) para configurar los equipos. Lo habitual era conectarse desde la empresa donde se trabajaba (si el puesto lo permitía) y, en el caso de muchos estudiantes, desde algunas universidades.

Entonces, quienes nutrían Internet de contenidos eran las empresas (páginas web corporativas) e instituciones públicas como, por ejemplo, los consistorios. Se trataba de sitios web estáticos con los que no se podía interactuar (solo se podía leer el contenido, unidireccional).

En el ámbito empresarial, las compañías comenzaron a informatizar (aun no se usaba el término digital) procesos como la contabilidad y la gestión del almacén. También fue un punto de inflexión para que muchas organizaciones comenzaran a plantearse si no era mejor utilizar bases de datos informáticas que el archivo de documentación en papel. La necesidad de profesionales cualificados para dar soporte a todo este proceso de cambio organizativo convirtió a los departamentos de sistemas de las empresas en áreas vitales en las que apoyar las operaciones.

Internet de las cosas, la tecnología que está transformando las empresas

Etapa 2: Internet de las personas (2005-2015)

La progresiva simplificación y reducción de los costes de la tecnología que permitía conectarse a Internet motivó que cada vez más hogares accediesen. Esto coincide con la aparición de plataformas para contribuir con contenidos en Internet sin necesidad de tener demasiados conocimientos técnicos (blogs). Esta combinación fue la tormenta perfecta para que los internautas adoptaran un rol más activo y colaborasen en la creación de contenidos (Wikipedia). Era la web 2.0, famoso término que acuñó Tim O’Reilly para definir el momento en el que Internet pasó a ser un entorno bidireccional.

Fue también el periodo del boom de las redes sociales y del smartphone (dispositivo móvil inteligente conectado a Internet). A diferencia de la etapa anterior, los usuarios comienzan a estar hiperconectados (conectados al ciberespacio fuera de sus hogares). Permanentemente publican contenidos y opinan en los canales sociales. “Los mercados son conversaciones”, afirmaba la primera conclusión del manifiesto Cluetrain.

Las empresas lo ven como una amenaza (¿qué opinarán de la marca?) o una oportunidad (¿cómo podemos mejorar la relación con nuestros clientes?). Así que se ven empujadas a participar en las conversaciones “para poder gestionarlas”. Esto tiene un impacto directo en las compañías: las decisiones sobre el ámbito digital dejan de tomarse desde el área de informática para recaer en la de comunicación y marketing. Lo que importaba era decidir en qué canales estar presentes y conversar con los clientes.

Internet de las cosas, la tecnología que está transformando las empresas

Etapa 3: Internet de las cosas (2015-…)

La aparición de los sensores lleva a Internet un paso más allá en su evolución. Ya no son solo las personas las que se conectan y generan contenido, ahora también lo hacen los objetos (coches, camas de hospital, relojes, maletas de viaje, autopistas, etc.). Además, las cosas generan un mayor volumen de información y de una forma más inmediata. La implementación de la tecnología 5G será vital para poder soportar la gran cantidad de datos que se van a transmitir por la red.

En esta fase recién iniciada, a los usuarios ya no les importa tanto opinar en redes sociales. Ahora están más preocupados por la privacidad de sus datos personales y la manera en la que van a ser utilizados. Aquí se entra en cuestiones éticas como “¿un banco puede denegarme la hipoteca si, al estar conectado con mi centro de salud, recibe el último informe médico en el que indica que me tienen que operar de algo grave?, o “¿el sensor de mi coche informará a Dirección General de Tráfico si me excedo de la velocidad permitida en una vía?”.

En el terreno empresarial hay un doble impacto: por un lado, la internet de las cosas como el motor que impulsa los procesos productivos y la eficiencia en las industrias y en sectores como la logística, la automoción y el comercio minorista; y por el otro, la toma de decisiones en las empresas sobre cuestiones digitales asciende más arriba en la jerarquía, ahora recae en la dirección. El motivo es claro: la pregunta ya no es si la compañía debe estar o no en LinkedIn y Facebook, sino ¿viene alguna tecnología o algoritmo que pueda cambiar el modelo de negocio? Es un asunto más estratégico y vinculado a los efectos de la auténtica transformación digital: innovación tecnológica acompañada de una adaptación de la cultura corporativa a los nuevos escenarios del mercado.

A modo de conclusión, los retos de las empresas en la era del Internet de las cosas son dos: a nivel operativo, cómo aprovechar los datos en tiempo real para mejorar los servicios; y la que va a ser la mayor ventaja competitiva de las compañías: conseguir la confianza de los usuarios en la gestión y custodia de sus datos.

Imágenes | Dose Media, Robin Worrall y Franki Chamaki en Unsplash

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