La sostenibilidad es un valor empresarial cada vez más actual y demandada.
Según un reciente estudio de PwC (2019), el 91% de los inversores de capital riesgo ya tienen en cuenta criterios medioambientales. Otro estudio, esta vez de Deloitte (2016), muestra a los jóvenes más interesados en empresas responsables.
Como empresa responsable con el entorno nació Green Forest, una joven pyme española fundada por Clara González Balonga y Joaquín García Rull en 2017. Esta marca se dedica desde su nacimiento a confeccionar una línea masculina de ropa sostenible. Además, regalan árboles a sus clientes, reforestan bosques y divulgan en las redes la importancia de un cambio de hábitos.
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¿Cómo surge una marca con una marcada orientación al medioambiente?
Llevábamos toda la vida intentando emprender, y cuando nos conocimos teníamos varias ideas en común. Como yo me había dedicado a la moda y él hace diseño en la empresa donde trabaja actualmente —ingeniero en una empresa multinacional— decidimos emprender en moda masculina sostenible.
Con cada pedido regaláis un árbol para que capte CO2. ¿De dónde surge la idea? ¿Nace vuestra marca así o es algo añadido después?
La acción de regalar un árbol nació con la marca. Queríamos involucrar al cliente en primera persona y concienciarlo de la huella de carbono que produce el modelo de consumo actual. De esta forma el cliente puede mitigar el CO2 que se genera con el mantenimiento de las prendas que adquiere. Al margen de los planes de reforestación que realizamos como marca.
Además se les dan unos tips o consejos para mantener esa prenda y que dure mucho más, con los ahorros energéticos que eso conlleva. Por ejemplo, no lavar a más de 30ºC o evitar usar la secadora frente a secar la ropa al aire libre.
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Cada vez más marcas se posicionan hacia valores sostenibles. ¿Una genuina conciencia empresarial o en algunos casos es puro marketing?
Se está haciendo mucho marketing, y también marketing dañino. Tienes que investigar un poco cuando aparece una marca nueva. Normalmente son muy cercanos y si te informas un poco, sabes que esa prenda cumple con los estándares de sostenibilidad.
En cuanto a marcas grandes, se está haciendo un lavado de cara porque se tienen que subir al carro. ¿Te puedes fiar? Hasta cierto punto, sí es más por marketing. Mi consejo es informarse.
Las marcas grandes pueden invertir en sostenibilidad, lo cual está bien, pero tienen estructuras muy grandes y rígidas. Cambiar un modelo productivo tan grande y potente es muy complicado, pero se les puede dar la oportunidad. Por lo menos algo están haciendo, y eso es positivo.
¿Tenemos un problema ambiental con la industria del tejido? ¿Qué ha pasado en los últimos años para que cambiemos el armario cada poco?
¿El tejido convencional? Sí porque medioambientalmente erosiona las tierras y tiene un elevado consumo de agua; además, el 98% de los fertilizantes y pesticidas van destinados al uso del algodón, que finalmente terminan en la tierra, contaminándola y a largo plazo convirtiéndola en tierra estéril. Producir una camiseta de algodón puede requerir unos 2.700 litros de agua. Solo una camiseta.
Cuando el cultivo es sostenible, el agua que se usa es de lluvia. La idea es plantar algodón en zonas estratégicas donde el agua de lluvia sea la que sustenta el cultivo. Además, en un proceso de cultivo orgánico no se utilizan semillas transgénicas, ni pesticidas, insecticidas y productos similares. Sin meternos en hablar en los tintes, que tiñen ríos ¿Y quién bebe ese agua? Es un tema muy extenso.
A nivel de agricultores que trabajan el algodón convencional, están expuestos directamente a estos productos químicos que ocasionan. Por lo tanto para ellos es perjudicial. Además de esto, el textil convencional va estrechamente ligado a unas condiciones de trabajo cuestionables.
En los últimos años, la fast fashion se ha puesto en cabeza, pero más por cuestiones de publicidad. Nos han enseñado a usar y tirar y eso no es sostenible, entre todos tenemos la obligación de cambiar a un modelo productivo más sostenible y responsable.
Las prendas con las que trabajáis, ¿en qué se diferencian con las del mercado?
Nosotros hemos apostado por algodón orgánico y estamos estudiando el cáñamo o tencel. La diferencia es el impacto medioambiental y social a la hora de la producción. Al ser un algodón carente de productos químicos y la utilización de tintes ecológicos, se consigue una prenda hipoalegénica y respetuosa con la piel.
¿Y cultiváis en España? Cuanto más cercano, menos impacto.
Lo hacemos en la India porque pertenecemos a una comunidad de 80 familias. Es uno de los sitios que por su ubicación estratégica permite este tipo de cultivo. No obstante, respecto al tema de la manufactura de la prenda, nos hemos decantado por la India para generar economía en la zona.
Tenemos en mente hacer producciones en Barcelona/Portugal, pero esto va despacio y vamos paso a paso. Con nuestras reforestaciones queremos compensar el impacto que supone traer las prendas a España.
¿Recogéis ropa por temas de reciclado?
Hoy por hoy somos muy pequeños y las prendas de los clientes solo tienen un año. No creo que las quieran tirar todavía, pero a la larga recogeremos esa ropa y, con ese tejido, daremos vida a una nueva prenda. Una de las diferencias principales con respecto a prendas convencionales es la dificultad para ser recicladas. Si tienes algodón mezclado con fibras no naturales (por ejemplo poliéster), no puedes reciclarlo.
El algodón 100% se puede reciclar fácilmente. El problema con las mezclas es que no se pueden reciclar, puesto que aún no está implementada industrialmente la tecnología necesaria para separar las materias al final de su vida útil. El resultado es un ‘residuo eterno’.
¿Cómo funciona el tema de reforestar cuando uno vende ropa? ¿Veremos en el futuro este tipo de políticas orientada a otro tipo de restauraciones ambientales?
Todo esto empezó con el nacimiento de la marca. Ya sabíamos que íbamos a regalar el árbol pero no sabíamos que íbamos a reforestar. Nuestra idea era regalar el árbol pero no sabíamos nada del tema de las reforestaciones. Cuando nacimos y salió un concurso, nos apuntamos vía Twitter a #GreenAction para reforestar 42 hectáreas en Cantabria.
El que más árboles donase ganaba un logo en la montaña formado por árboles a vista de pájaro. Donamos árboles, sin estar activa la empresa, y ganamos (arriba). La unión con Bosques Sostenibles fue bastante fuerte. Ellos se dedican a compensar el CO2 de las empresas. Ahí fue cuando empezamos a reforestar.
Además divulgáis contenido ambiental de varios estudios. Pero divulgar no es vuestro negocio.
Intentamos concienciar. Como marca, especialmente una marca nueva, nuestro deber es concienciar sobre por qué hacemos lo que hacemos. No creo que la gente esté concienciada todavía o que demos importancia a aquello que la tiene. Tenemos que pararnos a pensar en cómo están hechas las prendas. ¿Por qué algunas son tan baratas? Debemos empezar por preguntarnos quién las ha producido, y cómo.
A nivel personal, los fundadores de la marca, ¿qué hacéis en vuestro día a día para minimizar el impacto?
Intentamos hacerlo lo mejor posible. Ahora estamos compostando toda la comida orgánica para usarlo cuando reforestamos. También compramos a granel y sin plásticos. Los de un solo uso los eliminamos hace bastante tiempo, compramos cepillos que no son de plástico… Son pequeños detalles que van con nuestros valores, es cierto que día a día hay más alternativas para que cada uno a nivel personal pueda apostar por la sostenibilidad como estilo de vida.
Imágenes | Green Forest, Marianne Krohn