¿Es un pájaro, es una avispa asiática? ¡No, es un dron! Algo más que un sofisticado avión de aeromodelismo por control remoto: es técnicamente un robot que se mueve de manera autónoma, normalmente por el aire, pero también por tierra y por mar.
Cargado de sensores, sus funcionalidades y posibilidades son infinitas, y están llamadas a ser el complemento de cualquier equipo de trabajo. Antaño estaba reservado a un uso militar, pues permitía adentrarse en territorio enemigo para tareas de espionaje, o incluso de lanzamiento de misiles, sin poner en riesgo a una tripulación. Poco a poco, esos usos fueron extendiéndose a otros campos civiles: a la par que se hacían más versátiles, su fabricación en serie permitió que sus precios fueran más asumibles. Comprar un dron es 60 veces más barato que un helicóptero y los costos operativos son muchísimo más bajos.
Y tan fáciles de usar que hay versiones muy logradas para todos los públicos que se venden como juguetes y se manejan con un simple joystick. O incluso a través de aplicaciones para smartphones o tablets. Que sea precisamente un juego de niños es la intención de La Feria Aérea, un programa creado por el colectivo El Caleidoscopio que cumple este mayo su cuarta edición entre los colegios de la Comunidad Valenciana. En esta región los drones se abren paso en proyectos de cooperación al desarrollo, ayuda humanitaria y prevención y respuesta ante desastres.
Drones con fines sociales
Ese año se han apuntado 76 centros educativos de una treintena de municipios que presentarán sus drones con fines sociales en la Universidad Miguel Hernández de Elche. El objetivo no es solo fomentar las vocaciones tecnológicas de alumnos de ESO y Bachillerato, sino fomentar los usos sociales o medioambientales de impacto positivo de los drones. Además, se invita a los estudiantes a reflexionar sobre la tecnología en su conjunto, considerándola una potente herramienta para mejorar el entorno humano, y no únicamente un objeto de consumo.
Durante una primera etapa, en enero de 2018, El Caleidoscopio en colaboración con el Centro de Formación, Innovación y Recursos Educativos (Cefire) realizó unas formaciones de 30 horas lectivas y homologadas en materia de drones a los más de 150 profesores inscritos a esta iniciativa en las sedes de Alicante y Denia. Una vez finalizado, cada docente se ha encargado de guiar a su alumnado (unos 3.000 estudiantes entre 12 y 18 años) en el desarrollo de proyectos concretos, comenzando precisamente con esta revisión histórica de las relaciones entre tecnología y sociedad. Se ha continuado con una introducción a la teoría del vuelo y está finalizando con el diseño y construcción de un dron que se presentan en La Feria Aérea, llena de stands donde realizar un póster explicando el proyecto y que suele finalizar con una exhibición de vuelo de todos los drones presentados.
La Comunidad Valenciana lleva ventaja en esto de los drones. De hecho, es el origen de la Global Robot Expo (feria internacional sobre robótica, sistemas inteligentes y tecnologías afines con gran repercusión en Europa), aunque este año se ha mudado a Madrid, y con iniciativas como NoMoreSuitsVITe dentro del #ComunidadVITe, el evento más consolidado del ecosistema emprendedor que va a cumplir 20 años y se celebra en el barrio de Ruzafa de Valencia.
De aquí han emergido soluciones con fines sociales como la logística y la accesibilidad en territorios africanos o reducir la brecha digital en colectivos con pocos recursos. Son los casos de Alicia Fuentes, responsable de Quaternium, con el desarrollo y comercialización del dron híbrido eléctrico-térmico con mayor autonomía del mundo; de Miguel Martínez, CEO de MIOIO, una tarjeta de desarrollo para dispositivos Android que permite crear funcionalidades para robots sin necesidad de saber programar; o de DBX Drones, un proyecto de Lanzadera Inicia, para llegar a zonas aisladas de forma rápida y económica para el transporte de material sensible como medicamentos y primeros auxilios.
De sementales eunucos y zánganos
De Alicante proceden también los chicos de Embention. Su gran proyecto está en Etiopía, donde el Ministerio de Ganadería y Alimentación de Adís Abeba y la agencia OIEA de la ONU trabajan con los drones de esta empresa que usan para lanzar miles de moscas tsé-tsé macho esterilizadas para combatir la enfermedad del sueño. Un proyecto de alta tecnología española que mezcla ingeniería, mecánica, biología y medicina nuclear, y que fue sido seleccionado en 2016 en el concurso Drones for Good en Dubái. Se parte de la idea de que superando en número a los machos silvestres, al copular con las hembras, la población se reduzca al imposibilitarse la puesta de huevos, y con ella las condiciones de propagación de la endémica tripanosomiasis africana. Según la OMS, la población expuesta al riesgo de esta enfermedad es de unos 65 millones de personas. Aquí las moscas han sido sometidas a radiación (a diferencia de la modificación genética como se hace en Brasil para combatir el virus del Zika).
Otra parte complicada que resolver ha sido el diseño y construcción de las vainas para dispersar las moscas esterilizadas de manera automática. Para cubrir 100 km2, se necesitan unas 5.000 moscas por vuelo, que son colocadas en cajas biodegradables y hasta refrigeradas para reducir el estrés de los machos y alargar su vida. Se estima que para hacer efectiva esta técnica se requiere que se liberen 100 machos estériles por kilómetro cuadrado semanalmente. “La suelta de moscas tsé-tsé se estaba haciendo desde avionetas y manualmente; es decir, el piloto arrojaba las cajas por la ventanilla”, dice Javier Espuch, uno de los responsables de Embention. “Para combatir a esta mosca debes volar muy bajo; además, en esta zona de Etiopía la orografía es muy complicada. Con un dron tienes mayor seguridad y eficacia”, añade.
Embention tiene otro proyecto en Suiza llamado Defidrone, consistente en una flota de drones, cargados con desfibriladores, lista las 24 horas del día por si tuvieran que volar a alguna zona de difícil acceso. Todo automatizado, en cuanto un sanitario activa el botón de emergencia, el sistema hace todo lo demás. Como dice Espuch, “estos proyectos son más fáciles de poner en marcha en países como Etiopía que en Suiza o en España, por toda la regulación que hay”.
También para la alta montaña, la posibilidad de volar a poca altura junto con una cámara de alta calidad tipo GoPro que transmite en tiempo real, permite el reconocimiento a ras del suelo o en vertientes escarpadas. En España se desarrolló LifeSeeker, un sistema integrado con drones que permite a estos conectar con teléfonos móviles que quedaron sin señal e informar de su posición exacta. Un sistema que sería de gran utilidad también en el estrecho de Gibraltar si equiparan las pateras…
Por Javier Renovell
Imágenes: Wikimedia Commons, La Feria Aérea, VITEmprende, Embention