Cuando hablamos de empresas disruptivas, nos referimos a aquellas que rompen los esquemas conocidos. Es decir, son capaces de producir alteraciones significativas en los mercados en los que se introducen y transformar el entorno en el que se mueven. Se trata, además, de compañías que los consumidores perciben como muy diferentes y, por supuesto, los posibles inversores también.
Las empresas disruptivas en España
Siempre se asocia la disrupción con empresas multinacionales extranjeras con ideas revolucionarias como Google, Microsoft, Apple, Amazon, Facebook o Tesla, pero también existen empresas españolas disruptivas. Un reciente estudio ha analizado 20 empresas disruptivas españolas. Por citar solamente las de mayor tamaño, podemos mencionar casos como los de GMV, BQ, ElTenedor Legálitas o Cabify, pero existen muchos más ejemplos. La disrupción es una realidad empresarial en alza en todo el mundo y España no es una excepción.
¿Por qué son disruptivas estas y otras empresas españolas?
Como común denominador, estamos ante firmas muy orientadas al cliente. Por ejemplo, GMV ha destacado en la creación de soluciones tecnológicas a medida del cliente. Las propias opiniones del cliente se convierten en un servicio de gran valor en ElTenedor. En Legálitas hacen llegar los servicios del abogado a públicos mucho más amplios de los tradicionales. BQ y Cabify son empresas que ofrecen, respectivamente, herramientas tecnológicas y servicios de transporte buscando una alta calidad con un precio razonable.
Sus apuestas son disruptivas por características como las siguientes:
- Apuestan por un cambio organizativo en sus actividades
- Se apoyan en tecnologías punteras
- Crean soluciones novedosas
- Llegan a nuevos públicos
¿Qué puedes hacer para convertir tus ideas en una empresa disruptiva?
La disrupción exige atreverse a desarrollar proyectos poco comunes. Frecuentemente, se caminará sin unos precedentes que sirvan de punto de referencia para conocer los riesgos. Por eso, es muy importante la parte financiera. Los socios deben compartir una misma visión, estar dispuestos a desarrollar propuestas atrevidas y estar en condiciones de sufrir las consecuencias de un fracaso.
También es crucial la comunicación. No sólo se trata de tener una idea diferente y rompedora, sino también de convencer a otras personas de que merece la pena. Hay que ponerse en el lugar de los que se van a embarcar con nosotros en un proyecto novedoso y que tendrán muchas dudas e inquietudes. Una parte de nuestro éxito depende de que seamos capaces de transformar esas dudas e incertidumbres en convencimiento.
¿Por dónde se puede generar disrupción?
Si en alguien debemos pensar desde el comienzo del proyecto es en el cliente. Meditaremos qué necesidades puede tener que no estén suficientemente bien cubiertas que nuestra empresa pueda ayudar a satisfacer. No importa tanto que dispongamos ahora mismo de los medios y conocimientos suficientes, pero sí que seamos capaces de lograrlos en el futuro. Seremos realistas, pero atrevidos. No nos plantearemos objetivos inalcanzables, pero sí tendremos en cuenta que muchas de nuestras propias carencias son superables.
Pensaremos también en todo lo que falla en el mercado. La disrupción surge de generar soluciones, o de contribuir a ellas. La colaboración entre empresas para resolver problemas complejos es una de las principales fuentes de disrupción.
Tampoco se deben perder de vista los retos organizativos, no solamente de los recursos humanos de la empresa, sino también los referentes a la relación con terceros ajenos a la empresa. Y, en general, el mayor aliado para superarlos están siendo las tecnologías más novedosas.
Tampoco nos olvidaremos de contar con un pormenorizado estudio del marco normativo. Es complejo, porque la disrupción suele generar no solamente nuevas realidades, sino también nuevas normas en respuesta a ellas. Deberemos analizar las respuestas que daremos ante posibles cambios normativos.
Cada vez hay más empresas disruptivas en España y en todo el mundo. Pasan de adaptarse al entorno a ser un agente transformador del entorno.
Gonzalo García Abad