Siestas, ruidosos, comidas eternas… ¿Nos ven así los extranjeros que trabajan en España?

Pymes

Hay costumbres que nos parecen de lo más normal del mundo pero que, cuando un extranjero llega a España, no acaba de entender. Paralelamente, también nos persiguen tópicos que no se ajustan a la realidad pero que tampoco somos capaces de desterrar.

Por eso, hemos querido preguntar a varios extranjeros que residen en España cómo somos, desde su óptica, los españoles a la hora de trabajar. Efectivamente, antes de establecerse, la mayoría pensaba que nos gusta más la fiesta que otra cosa, pero, pasado el tiempo, han comprendido que la vida social en España es muy intensa y que es un buen país para vivir, pero en el que también se trabaja.
 

 

“Lo mejor es el ambiente de trabajo que se crea”, Florian Fellner (Alemania)

Florian Fellner es alemán y lleva 18 años trabajando en España, actualmente como Manager de Comunicación en Kia España. Reconoce que, cuando llegó a nuestro país, lo hacía con los tópicos de que nos echábamos la siesta, éramos algo vagos y teníamos poca seriedad. Pero la realidad es que no hay siestas salvo en meses con horario de verano (algo que por ejemplo en Alemania no acaban de entender). “No hablaría de ser vagos o poco serios, pero es generalmente aceptado que no se cumplan del todo los plazos y algunas normas”.

Fellner considera que la mayoría de estos tópicos “están basados en el desconocimiento” y asegura que según las personas han trabajado en España o con españoles van desapareciendo. Pero sí que hay costumbres que pueden ser un poco chocantes para los germanos: “los corrillos antes y después de las reuniones, los desayunos (fuertes y largos) en las propias oficinas, las comidas largas (incluyendo quedarse a tomar una copa después), «quemar el asiento» como señal de un elevado rendimiento” serían algunas de ellas.

Pese a todo, este alemán cree que “lo mejor es el ambiente de trabajo que se crea, dando a la jornada laboral una fuerte componente social”, al que, por tanto, “es muy fácil adaptarte”. Sin embargo, también considera que esto “le hace relajarse a la gente, no centrándose al 100% en el trabajo. El tiempo extra que esto requiere para cerrar el volumen de trabajo muchas veces va en contra de la conciliación familiar”. “La aceptación laboral y social de no enfocarse en el trabajo tiene consecuencias negativas, reduciendo el tiempo libre fuera de la oficina”.

Por su trabajo, Florian Fellner también conoce el mercado laboral coreano. “Del mundo laboral coreano destacaría los ejercicios conjuntos de yoga/meditación a media mañana, parando todo el mundo para unirse a estos ejercicios, siguiendo las instrucciones que se emiten por megafonía. Y ahí realmente hay una media hora de siesta tras la comida, apagándose la luz en la misma oficina para que los empleados, en su propio sitio de trabajo, puedan echarse una cabezadita”, nos cuenta.

 

“El desayuno a media mañana me parece una maravilla”, Ariadna González Ortiz (México)

Ariadna González Ortiz llegó de México como expatriada hace 17 años. “No traía prejuicios, pero al llegar aquí sí me chocó la cultura laboral”, reconoce. “Nadie se quería quedar después de la hora de salida, venían a calentar el asiento aunque no hicieran nada y muchos pidieron cambio de área porque yo era mujer, extranjera y de solo 26 años y llegué como como Directora de Comunicación y Marketing de una Asociación de Empresas Iberoamericanas de Telecomunicaciones. Yo venía de una cultura laboral por resultados no por horario. Fue duro, me ayudó una coach ontólogica a adaptarme. No fue nada fácil”, recuerda.

Ariadna González también cree que los españoles somos “gritones, pero si uno les alza la voz se tranquilizan o se lo toman a mal” y cree que aunque todos nos quejamos por nuestros horarios “a la hora de meter las manos nadie quiere poner de su parte”.

De todos, “amo España, éste es mi hogar y no quiero vivir en otro lado”. En las cosas que cambiaría, “el cotilleo y la queja son de lo peor”. En las positivas, “el desayuno a media mañana me parece una maravilla: haces una pequeña catarsis y luego sigues con el ritmo del trabajo”.

Además, “acostumbro ser muy directa y me gusta eso de mí y de los españoles. Me encanta la cultura del ocio. Eso no existe en otros sitios y si existe es bajo un sentimiento de culpabilidad. Aquí existe y me encanta. Ahora veo que mucha gente trabaja duro y hay mucha innovación y es una pasada lo que sucede en este ámbito”.

De su paso por otros países, la costumbre que le parece más extrañas es la de acostarse en bikini a 5 grados en Canadá. “¡¡Yo iba con abrigo!!”, recuerda.


 

“Nadie puede creer de verdad que todo un país está de siesta”, Jonathan Lipschitz (Australia)

Jonathan Lipschitz llegó hace nueve años a España, después de haber vivido seis en Japón, uno en Israel, seis meses en Chile y de haberse criado en Sudáfrica pese a haber nacido en Australia.

Al llegar a aquí, los tópicos de sol, playa, gente perezosa cuyas comidas se alargaban durante horas le acompañaban. “España parece el país perfecto para un estilo de vida de vacaciones, sin problemas. Pero lo cierto es que el invierno aquí dura seis meses”, ironiza. “Cuando llegué pensaba que la gente no trabajaba en serio. Pero doy clases de inglés y compruebo que se trabajan muchas horas. No duro ni intenso, pero sí largamente”.

Confiesa que “no es realista creer que un país entero no trabaja y está de siesta”, aunque cree que algunos de estos tópicos están basados en la realidad. “Algunas personas prefieren no trabajar. En la cultura anglosajona el sueño es abrir tu propio negocio o ser un famoso y reputado doctor o abogado. En España mucha gente está contenta con un trabajo normal que les permita vivir y disfrutar de la vida. Son mucho menos ambiciosos que en Australia, menos emprendedores”.

Hay costumbres españolas que, aún pasado el tiempo, siguen siendo difíciles de acostumbrarse a ellas. Los horarios de las comidas o irse a dormir tan tarde son algunas, así como lo claro y directo que somos los españoles al decir las cosas, incluso cuando no nos gustan. “La burocracia y la religión por el fútbol también son demasiado fuertes en España”, asegura Lipschitz.

Como otros extranjeros, pese a todo Lipschitz adora nuestro país. “Me encanta, sobre todo la filosofía de vivir el momento y la vida. Los españoles, en cuanto tienen algo de dinero, se van a tomar algo y a disfrutar con amigos. En la cultura anglosajona siempre se está pensando en lo siguiente, en tener más”. E, insiste, “menos la burocracia, amo todo en España”.

Evidentemente, el país con las costumbres más raras en el que ha vivido es Japón. “Son muy detallistas y perfeccionistas. Pero lo primero es tu empresa y luego cualquier otra persona menos tú”. Mientras, en Israel “son mucho más directos que en España” y en Australia la prioridad es el trabajo, tú mismo y el dinero. “En España lo primero es la familia. Luego los amigos y vivir el momento. Son más felices”, concluye.

Por Arantxa Herranz.

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