Los exoesqueletos para rehabilitación llevan un tiempo en el mercado. En España el CSIC fue pionero con proyectos como Hyper (neuroprótesis para rehabilitación) que dieron lugar a dispositivos médicos fascinantes como exoesqueletos para rehabilitación infantil o empresas punteras como es el caso de Gogoa Mobility Robots, ganadores de la tercera edición del programa Lánzate por su impacto social. [hde_related]
Carlos Fernández Isoird, ingeniero en mecatrónica y diseño industrial, es CEO y cofundador de esta compañía que nació dirigida a la rehabilitación hospitalaria. A su porfolio han añadido protésicos industriales e incluso una empresa de exoesqueletos para esquiar.
Sois un spin off del CSIC. ¿Cómo nace la compañía?
Parte de los socios fundadores tenemos una empresa de ingeniería y consultoría que trabaja en proyectos de diversificación empresarial (ayudamos a empresas, territorios o países a identificar oportunidades de diversificación empresarial y poner en marcha nuevos procesos). Estábamos desarrollando un proyecto para la comarca de Alto Urola (Guipúzcoa) e identificamos como oportunidad el sector de las asistencias técnicas y la tercera edad.
Dentro de esa exploración, identificamos que los exoesqueletos podrían ser una buena oportunidad. De casualidad habíamos estado trabajando en la región de Nigata (Japón), y habíamos tenido la oportunidad de ver los exoesqueletos de Cyberdyne. Tienen un hospital específico para rehabilitación.
[hde_quote author=”[Carlos Fernández Isoird]” position=”[CEO de Gogoa]”] “Identificamos como oportunidad el sector de las asistencias técnicas y la tercera edad” [/hde_quote].
A través de la embajada española y nuestros contactos en Japón, nos pusimos en contacto con esta empresa y vimos la oportunidad de que Cyberdyne pusiese en España un centro de rehabilitación similar a uno que han abierto en Alemania. Mientras tanto, fuimos al Spaulding Rehabilitation Hospital de Boston, donde el profesor Bonato, ¡nos presentó un exoesqueleto español del CSIC!
Nuevas tecnologías para neurorrehabilitación
Nos pusimos en contacto con el CSIC para ver si la tecnología era licenciable (lo era) y negociamos con ellos, al tiempo que nos pusimos en contacto con José Luis Pons, que había sido jefe de Investigación de neurorehabilitación en el Instituto Cajal. También hablamos con Antonio del Ama y Ángel Gil, del Hospital de Parapléjicos de Toledo. Con esos tres, más nosotros, creamos Gogoa, spin-off del CSIC.
A finales de 2020 estabais en fase de aceleración con una convocatoria de EpM (Entorno Pre Mercado) de BME (Bolsas y Mercados Españoles). ¿Cómo funcionan esas aceleradoras?
Ellos te van dando formación, y cada cierto tiempo hay una ‘clase’. Las empresas tienen que ir cumpliendo una serie de parámetros para una compañía que esté en bolsa. En general: un sistema de calidad financiero. En aquella convocatoria eligieron tres empresas de toda España y una fue la nuestra.
[hde_quote author=”[Carlos Fernández Isoird]” position=”[CEO de Gogoa]”] “En 2018 conseguimos el marcado CE y ser la primera empresa europea en tener un exoesqueleto certificado” [/hde_quote].
Ya habéis lanzado varios productos al mercado: un exoesqueleto de cuerpo inferior, uno de mano…
En efecto. Nosotros tenemos un exoesqueleto de miembro inferior heredero de aquel que se hizo en el Hyper del CSIC. Nos llevó tres años el convertirlo en un producto comercializable: Hank. En 2018 conseguimos el marcado CE y ser la primera empresa europea en tener un exoesqueleto certificado. Fue un gran hito que logramos relativamente rápido.
Luego empezamos a trabajar en un segundo producto médico, que es un exoesqueleto de rehabilitación de rodilla (o de articulación simple), llamado Belk. Se puede utilizar para personas que han sufrido ictus o lesiones físicas. Permite acelerar en parte la rehabilitación.
También tenemos un exoesqueleto de rehabilitación de mano-brazo que funciona con señales EMG (señales electromiográficas). Lee las señales en el brazo, en la parte muscular, y las convierte en movimiento para abrir o cerrar la mano. Con ello puedes ir regulando el nivel de intensidad de los sensores, de forma que el cerebro pueda ir aprendiendo a hacer diferentes movimientos.
También disponéis de exoesqueletos industriales.
Sí, en 2019 empezamos con ellos a demanda de la industria. En aquel momento era más emergente, ahora hay muchas más empresas. A nivel industrial estos exoesqueletos se basan en actuadores (motores) con los que construir un sistema que te ‘devuelve’ la fuerza que tú haces en una dirección en otra. En esta línea hemos desarrollado dos dispositivos:
- Uno de soporte de brazos llamado Besk G que funciona como un ‘ingrávido’ (sin sensación de peso): es decir, no está todo el tiempo empujando hacia arriba, sino que se puede regular en función del peso que tengas que estar soportando. También te permite mantener una posición estable: si te paras en cierta posición, la mantiene. Esto facilita mucho determinado tipo de trabajos, como los que se hacen en altura.
- Otro de soporte lumbar llamado Aldak —también hicimos un Aldak activo, con motores, pero la industria no quiere ese tipo de exoesqueleto activo por el tema de las baterías, el cable, el mantenimiento y el peso—, y parece que hemos dado con la clave.
¿Cómo se usa exactamente este Aldak? ¿Cómo ayudará en la operación?
Aldak es un exoesqueleto de soporte de espalda y lumbar fundamentalmente pensado para gente que tiene que mover cargas o permanecer mucho tiempo en posturas ‘incómodas’ o forzadas. En este caso el cirujano tiene que estar sobre el paciente durante una intervención de unas cuatro o cinco horas (si todo va bien).
[hde_quote author=”[Carlos Fernández Isoird]” position=”[CEO de Gogoa]”] “Nos llaman a diario, aunque nos ha costado seis años dar con este producto” [/hde_quote].
Este exoesqueleto está hecho con textiles inteligentes que se acoplan perfectamente al cuerpo y es muy ligero y cómodo. Lo puedes llevar todo el día e incluso conducir con él. Otros tipos de exoesqueletos motorizados no permiten usar el toro o la carretilla, o impiden ir andando y son incómodos.
En ese sentido nos hemos encontrado muchas dificultades para usar exoesqueletos con actuadores en la industria. Por eso le dimos una vuelta en diseño y acudimos a tecnología de textiles. Lo hemos lanzado en septiembre y está teniendo mucha aceptación. Nos llaman a diario, aunque nos ha costado seis años dar con este producto.
¿Cómo ha afectado la pandemia al desarrollo de vuestro sector?
La pandemia ha hecho que no podamos acceder al mercado. Llevamos año y medio que no podemos hacer demostraciones por las restricciones de la COVID-19. También nos encontramos, sobre todo en los hospitales públicos, que es muy difícil conseguir superar el proceso de licitaciones. Nosotros tardamos dos años en colocar un exoesqueleto en el Servicio Vasco de Salud.
Primero, a los médicos les tiene que gustar y han de probarlo. Luego, lo tienen que incluir en el plan de inversiones de ese año. De ahí pasa a gerencia del hospital, que ha de aprobar la compra del exoesqueleto. Por desgracia, hasta ahora la rehabilitación ha sido la hermana pobre del sistema sanitario.
Y sin embargo tiene resultados más que relevantes para los pacientes.
Exacto. Cuando una persona se rehabilita ‘bien’ resulta que el ahorro total es enorme porque esa persona tendrá un grado de dependencia mucho menor, irá mucho menos al hospital, ocupará menos asistencia primaria, y por descontado tendrá una calidad de vida mucho mejor que resulta en un menor nivel de dependencia (o mayor de autonomía).
Sin embargo, la perspectiva del sistema hospitalario actual es la de ‘operarte’ y mandarte a casa en cuanto sea posible. Frente a esto hemos lanzado una nueva estrategia: abrir nuestras propias clínicas y empezar a franquiciar. Ya tenemos dos clínicas de rehabilitación, una en Guipúzcoa y otra en Vizcaya, y vamos a abrir la primera franquicia en Valencia.
Son clínicas robotizadas donde usamos nuestros exoesqueletos de miembros inferiores y el de mano para rehabilitar a personas que han sufrido ictus o lesiones medulares; e incluso dar cuidados paliativos a personas que tienen enfermedades degenerativas como esclerosis múltiple o Parkinson. No vendemos sesiones de rehabilitación y sí tratamientos de rehabilitación.
[hde_quote author=”[Carlos Fernández Isoird]” position=”[CEO de Gogoa]”] “Podemos generalizar que con los exoesqueletos en la mitad de tiempo se consigue el mismo resultado que con tratamientos tradicionales” [/hde_quote].
¿Qué mejoras tienen estos sistemas respecto a los clásicos?
En los ensayos clínicos hemos demostrado que en periodos de tratamiento de entre tres y cuatro meses con exoesqueletos se consiguen niveles de rehabilitación mucho mejores que con terapias manuales. Además, se consigue en menos tiempo.
Como curiosidad, la mejora también aparece con gente que sufrió un ictus hace diez años y le dijeron “no te vas a rehabilitar más”. Parece que con los exoesqueletos se está rompiendo aquella barrera. También estamos observando una ralentización del deterioro de pacientes con Parkinson, sobre todo en marcha (la actividad de caminar).
Cada paciente es distinto, pero sí podemos generalizar que con los exoesqueletos en la mitad de tiempo se consigue el mismo resultado que con tratamientos tradicionales. Además, con un 30% menos de tiempo menos respecto al tratamiento manual se están obteniendo mejoras de entre el 20% y el 30%. Son datos certificados mediante ensayos clínicos.
¿Qué ha cambiado en los últimos años para que esta tecnología haya pasado del laboratorio a los hospitales?
Sobre todo la mejora de la parte electrónica: motores, sistemas de control, algoritmos, etc. En nuestro caso la gran mejora con respecto a los modelos que manejaba el CSIC ha sido en los algoritmos de control. Ahora son mucho más inteligentes y adaptativos. Elementos como el patrón de marcha son completamente configurables en función del paciente, por ejemplo.
¿Cuáles son las barreras para certificar un dispositivo médico?
Por un lado necesitas hacer ensayos clínicos, donde el proceso es bastante complejo. En nuestro caso la dificultad radica en conseguir ‘pares comparables’: encontrar 10 pacientes que hayan sufrido un ictus, y que las consecuencias de ese ictus sean similares, por ejemplo, es muy difícil.
Luego está toda la parte de documentación técnica, que también es complicada por sí misma. El equipo tiene que pasar, por ejemplo, una serie de pruebas de compatibilidad electromagnética de espacios controlados. Una vez has desarrollado el sistema de control (hardware, cables, baterías, etc.), un laboratorio específico que certifica material médico le hace pruebas.
En nuestro caso, el exoesqueleto entero se introduce en una cámara parecida a las anecoicas donde se le bombardea con todo el rango de frecuencias que se podrían llegar a dar en un hospital, y ha de resistir. Al mismo tiempo, el exoesqueleto no puede emitir y con ello perturbar otros dispositivos.
A esto se suman aspectos como introducir un anodizado especial para evitar descargas y decenas de procesos similares. Requiere tiempo, dinero y mucho papel. También requiere de profesionales que sepan de todo esto, y en España no tenemos muchos.
La falta de profesionales técnicos hará más difícil estos despliegues.
En España hay poco fabricante de equipamiento médico, y hemos tenido sorpresas como que empresas aeronáuticas nos hayan dicho que ellos no pueden fabricar este equipamiento porque carecen de la calidad exigida. Al no haber cultura empresarial en el sector, caminamos en un desierto.
Esto nos afecta incluso desde el punto de vista del perfil del inversor en España, mientras competimos con empresas japonesas y estadounidenses que cotizan en el Nasdaq. Jugamos entre gigantes, pero los inversores tienen poco dinero y los fondos de inversión quieren software, poner poco dinero y ganar mucho en poco tiempo. Todo lo que sea fabricar hardware a medio plazo es difícil.
[hde_quote author=”[Carlos Fernández Isoird]” position=”[CEO de Gogoa]”] “Al no haber cultura empresarial en el sector, caminamos en un desierto” [/hde_quote].
Mirando al futuro de Gogoa y del sector, ¿qué podemos esperar?
Tenemos dos líneas de trabajo. Por un lado estamos desarrollando la siguiente generación del exoesqueleto de miembros inferiores, que estará lista para el año que viene y aplicará todo lo que estamos aprendiendo en la práctica real en hospital. Los objetivos son que sea más funcional, que sea más fácil de usar y que la experiencia sea mejor.
Por otro lado también estamos trabajando en una línea de exoesqueletos más centrados en la asistencia, más hacia exoesqueletos soft y con microactuadores. Tanto para aplicaciones industriales (por ejemplo, un exoesqueleto de rescate) como para personas mayores. Por último, tenemos una línea deportiva llamada Levier que es un exoesqueleto para esquiar. Porta hasta 15 kg de fuerza por pierna, con lo que reduce la carga en cuádriceps y lumbar, permitiendo esquiar durante más tiempo sin cansarte o sufrir menos lesiones.