Los impuestos de una tienda online no son una cuestión meramente financiera. No solo hay que tener en cuenta cuánto hemos de pagar, sino también qué tributos gravan nuestra actividad y cómo afectan a la organización y decisiones del negocio. [hde_related]
El IVA del comercio electrónico
En términos generales, cuando vendemos por internet, estamos sujetos a las mismas reglas del IVA del comercio físico. Eso nos obligará a tener en cuenta los tipos de gravamen, las exenciones, la prorrata, la deducibilidad de las cuotas…
No obstante, la cosa cambia un poco cuando nuestra tienda online vende en otros países. En el ámbito de la Unión Europea, se han creado unos sistemas de ventanilla única para facilitar la liquidación y pago del impuesto. Podemos registrarnos en un país y presentar en él la declaración, no una por cada Estado miembro.
El impuesto sobre sociedades
Este impuesto grava los beneficios de la tienda online si se lleva a través de una persona jurídica, como una sociedad mercantil (limitada, anónima o de otro tipo). Se paga a través de los pagos fraccionados de abril, octubre y diciembre; la autoliquidación del impuesto a través del modelo 200 y de las retenciones e ingresos a cuenta, cuando procedan.
En este impuesto, se declara toda la renta mundial obtenida por la sociedad o entidad que esté sujeta. Sin embargo, para que esto suceda, debe ser residente en España, algo que es muy importante en la fiscalidad del comercio electrónico.
Existen varios supuestos en los que se considera que una entidad es residente en España. Los más habituales son los de haberse creado conforme a las leyes españolas o tener aquí el domicilio social.
Sin embargo, no podemos eludir pagar aquí el impuesto realizando estas formalidades en otro estado. Si la dirección efectiva de la tienda online se efectúa en España, estará sujeta al impuesto sobre sociedades. Para determinar si es así, se tienen en cuenta criterios como que los activos principales de la tienda online estén situados en España o que la actividad principal se realice aquí.
La cuestión comienza a ser más dudosa cuando la tienda online se dirige y gestiona desde otro país. En ese caso, podría no estar sujeta en España, pero, si tiene sus principales activos o actividades en España, debería haber un motivo económico o una razón empresarial sustantiva para que se dirija desde otro territorio.
Por ejemplo, podemos tener toda la estructura logística en España y vender principalmente dentro del país. Sin embargo, si lo que vendemos se produce fuera, podría ser razonable que la gestión se realice allí.
Los convenios de doble imposición
No es raro que los países graven rentas obtenidas por no residentes. De hecho, en España hay un impuesto de este tipo. Un caso muy habitual es que se graven las rentas obtenidas por quienes tienen un establecimiento permanente en el país, a pesar de no cumplir los requisitos para considerarse residentes en él.
Un establecimiento permanente puede ser un almacén, un taller desde el que realizamos alguna transformación antes de la venta online, una oficina, una sucursal u otro tipo de lugar fijo de negocios. Lo importante es que debe estar situado en un país diferente de aquel en el que reside la sociedad titular de la tienda online.
El problema es que, si estas rentas quedan gravadas, podríamos tener que tributar dos veces por ellas: en nuestro país de residencia y en el que se obtienen. Para solucionarlo, es habitual que se celebren convenios de doble imposición que establezcan reglas que indiquen dónde se acaba pagando el impuesto. En la web del Ministerio de Hacienda podemos consultar los que ha firmado España con la mayoría de los países.
El IRPF en la tienda online
Lo más práctico suele ser constituir una sociedad limitada para acotar los riesgos. Sin embargo, si una persona se decide a montar una tienda online como empresario individual, deberá declarar los rendimientos de su actividad económica en el IRPF.
Lo que sí es más frecuente es la tributación de los dividendos de la sociedad titular de la tienda online. Los socios deberán declararlos como rendimientos del capital mobiliario en el IRPF.
Además, este impuesto origina otras obligaciones importantes para todas las tiendas online. La más habitual es la práctica de retenciones a los trabajadores. También deberemos practicar retenciones en otros casos, como cuando pagamos el alquiler de un almacén, distribuimos dividendos o contratamos servicios de determinados profesionales autónomos.
Los otros impuestos de una tienda online
Una tienda online puede tener que pagar cualquier otro tipo de impuestos: desde el Impuesto sobre Actividades Económicas (IAE) por el ejercicio de la actividad; a transmisiones patrimoniales por adquisiciones realizadas a particulares; actos jurídicos documentados por una escritura; sucesiones y donaciones al recibir una herencia, legado o donación; el impuesto sobre vehículos de tracción mecánica, el impuesto sobre bienes inmuebles…
La lista puede ser muy larga en función de qué tipo de actividades desarrolle y qué elementos emplee. No obstante, hay dos tipos de impuestos que son muy importantes, aunque solo para algunos ecommerces. Por un lado, los aranceles gravan ciertas importaciones de bienes. Por otro, hay impuestos especiales centrados en algunos artículos, como el tabaco y las bebidas alcohólicas. Estos nos afectarán cuando, además de vender, seamos fabricantes o importadores.
Para establecimientos online de mayor tamaño, puede ser necesario pagar el impuesto sobre determinados servicios digitales. Grava algunas operaciones, como las publicitarias, la transmisión de datos o los servicios de intermediación. La propia venta de bienes no está sujeta.
Por último, debemos recordar que, además de los impuestos, una tienda online deberá pagar otros tributos, como las tasas o las cotizaciones a la Seguridad Social.
Imágenes| Mediamodifier, Alex Marc Wagner, Claudio Schwarz, Pickawood en Unsplash