La Cassettería: el resurgir de las cintas va en serio

Pymes

‘Boli’ Bic en mano, rebobinamos el último single de Lady Gaga. El walkman parece haberse quedado enganchado con la casete de Dua Lipa.

Ambas escenas podrían haber tenido lugar hace 40 años, si no fuese por los nombres de las artistas. Las dos lideraron las ventas de casetes en Reino Unido durante 2020. El último año ha consolidado el resurgir con fuerza de las cintas en un mercado musical copado por el streaming. Más de 150 000 unidades se vendieron en Reino Unido. Y cerca del doble en Estados Unidos. Pero, ¿quién fabrica hoy en día esas cintas? Una parte se crea, desde hace unos meses, en el barrio madrileño de Malasaña.

“¿Qué por qué una fábrica de cintas? Porque en España no había ninguna. Hasta ese momento teníamos que traerlas de fuera”. Esa fue la razón principal por la que Luis González, fundador de Ciudad Oasis, un sello independiente que solo produce en formatos analógicos, y de La Cassettería, la única fábrica de casetes que hay en España (por ahora). Les hacían falta cintas y decidieron producirlas ellos mismos.

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El resurgir de la cinta de casete

Alemania, 1963. El Berlin Radio Show era entonces una de las mayores ferias tecnológicas del planeta. Hoy sigue siendo relevante, aunque se conoce más por las siglas de IFA. Allí, el ingeniero Lou Ottens, que lideraba uno de los equipos de innovación de Philips, presentó al mundo el primer prototipo comercial de la compact audio cassette. Las siguientes dos décadas serían revolucionarias para la música y supondrían el declive del vinilo, un formato más incómodo y caro de producir.

Las cintas triunfaron en los coches, en los hogares y, a partir de finales de los setenta con la llegada del walkman, en cualquier lado. Nada parecía poder destronar al formato más versátil de la industria musical, que en 1989 vendió 83 millones de cintas solo en Reino Unido, según datos de la British Phonographic Industry. Sin embargo, nunca llegaron a venderse más unidades. En los ochenta se presentó en sociedad el disco compacto o CD, un formato digital que acabaría destronando a la casete como esta había hecho antes con el vinilo.

El esquema volvería a repetirse. Boom del CD durante los noventa y lento declive con el nuevo siglo, a medida que los dispositivos de reproducción digitales y el streaming ganaban peso. Sin embargo, el vinilo y el casete no estaban muertos, solo estaban escondidos. Primero llegó el resurgir del vinilo (en 2020, en Reino Unido se vendieron ya 4,8 millones de unidades) y estos últimos años han supuesto el renacer de la cinta. En Estados Unidos se vendieron el año pasado más vinilos que CD y 283 000 cintas, según datos de Billboard.

“Nos veníamos fijando en que algunas discográficas de Estados Unidos y Reino Unido habían desechado el CD y habían vuelto a los formatos analógicos. Había incluso sellos que solo editaban casetes. Por eso decidimos montar Ciudad Oasis en 2016”, explica González. “Una vez metidos en este mundo, vimos cómo el mundo del casete crecía de forma exponencial y por eso nos decidimos a montar una fábrica de cintas”.

El nacimiento de La Cassettería

La idea de La Cassettería nace en el mundo prepandemia. Las ventas de los casetes seguían una línea ascendente y la moda de lo retro crecía en todo el mundo. El walkman de ‘Guardianes de la Galaxia’, la grabadora analógica de ’13 Razones’ y todo lo que rodea a ‘Stranger Things’ (que publicó su banda sonora en casete) acabaron por darle el impulso definitivo a las cintas de música.

“Aquí todavía es todo muy underground. Las distribuidoras en España parece que empiezan a ponerse las pilas poco a poco. No se sabe cuántos casetes se están vendiendo ahora mismo, no hay números fiables. En España mucha gente compra cintas vírgenes y las graba en casa, eso es lo mejor de los casetes”, explica González.

“Nosotros conocíamos grupos que hacían casetes y sellos que las producían. Pero siempre a nivel alternativo, nada de grandes bandas. Todos fabricaban, sobre todo, en Inglaterra y Francia. Desde los 2000 han ido cerrando la mayoría de fábricas. Y ahí entendimos que existía una necesidad”, añade el fundador de La Cassettería.

El primer paso fue buscar la maquinaria para poder fabricar las cintas. Con una industria que llevaba décadas en declive, no fue fácil. Estuvieron casi dos años detrás de la tecnología. “Ya no se fabrican máquinas para fabricar casetes. Todo es de segunda mano y hay que rebuscarlo. Las nuestras las trajimos de una antigua fábrica de Reino Unido”, detalla González. “Hay máquinas que han duplicado e incluso triplicado su valor desde que nosotros compramos estas hace un año”.

Después llegó el momento de aprender y empezar a producir. No hay tutoriales en YouTube sobre cómo usar una máquina de estas, ni tampoco un servicio técnico 24 horas al que llamar. “Los que sabían cómo arreglarlas llevan 20 años jubilados”, bromea González. “Tuvimos que ir aprendiendo a manejarlas a través de videollamada con una persona que nos enseñó desde Italia”. Poco a poco, a medida que aprendían, mejoró su capacidad de producción y de solventar imprevistos.

En los últimos meses, la fabricación ha empezado a crecer. El primer trimestre se cerró con algo menos de 1500 cintas producidas. Ahora están fabricando 1000 unidades al mes, tanto para sus propios grupos como casetes vírgenes para cualquiera que las quiera comprar. “Las casetes se venden, sobre todo, como merchandising y este se vende en los conciertos. Si no hay conciertos, no se venden discos. Ha estado todo muy parado hasta los últimos meses”, explica el fundador de La Cassettería.

De cara al próximo año, el objetivo de González es encontrar la estabilidad, alcanzar una fabricación constante y contratar a alguien que le ayude con la fabricación, de la que ahora se encarga casi en exclusiva. “En Ciudad Oasis somos cuatro personas con labores muy concretas: una persona para diseño, otra para comunicación y otra con redes sociales y asistencia. El resto es cosa mía”, detalla. “Para el próximo año me vale con tener una máquina funcionando y vivir tranquilo”.

¿El regreso del walkman?

La industria discográfica avanza de forma paralela a los formatos de distribución, pero sus caminos no están siempre ligados. En el último año, el mercado global de la música creció un 7,4%, según los datos de la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI). Más del 60% de los ingresos de la industria se produjeron en las plataformas de streaming (un canal en el que las ventas aumentaron cerca de un 19%).

Solo en Estados Unidos, durante los primeros seis meses de 2020 se reprodujeron 419 000 millones de canciones en streaming y se vendieron casi 60 millones de álbumes en diferentes formatos, según el análisis anual que publican Nielsen y Billboard. Entre las ventas, destacan los 9,2 millones de vinilos (el formato físico que más crece) y los casi 300 000 casetes que, aunque parezcan pocas, suponen el doble de ventas que en 2019.

González siempre creyó que los casetes volverían. “Pero, si te soy sincero, no sé cómo han sobrevivido hasta nuestros días”, señala. “Los géneros que la han mantenido viva han sido la música electrónica, gracias a que permite crear sonidos que otros formatos no ofrecen, y el hardcore y el rock garaje, donde ha sobrevivido gracias al do it yourself. La gente compraba stocks de cintas vírgenes y grababa en casa”.

Para el fundador de La Cassettería, el crecimiento de los últimos años se explica por varias razones. Por un lado, lo impersonal del streaming. “La casete es un producto físico que aporta otros valores, te da la sensación de poseer algo que ha hecho el artista y que nadie te va a quitar”, explica. “Además, el boom mainstream de los últimos años ha estado impulsado también por la tendencia nostálgica, algunas series de televisión y artistas famosos que han lanzado a algunos casetes. Podemos decir que ahora se ha puesto de moda”.

A la tienda de La Cassettería en Malasaña llegan clientes de todo tipo. Muchos siguen enganchados a la cinta desde los años ochenta, pero también hay gente joven. “Incluso hemos tenido clientes a los que hemos tenido que explicarles cómo se usa un walkman y cómo se pone la cinta”, añade González.

“Se siguen vendiendo aparatos, pero de stocks antiguos. Es curioso, pero la gente no quiere los dispositivos modernos, que alguno hay. La gente busca aparatos antiguos, sobre todo, el walkman clásico”, concluye. En el mundo de las pantallas táctiles, la música en la nube y los auriculares inalámbricos, los cascos metálicos con su espuma, los aparatos a pilas y el botón de rebobinado parecen tener todavía su sitio.

Imágenes | Eva Diapasón

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