Diferencias entre solvencia y liquidez y cómo identificar si tienes algún problema en tu empresa

Pymes

A menudo, los expertos utilizan las palabras liquidez y solvencia indistintamente como variables que aluden a una situación de equilibrio financiero en las empresas. Pero, en realidad, son términos que tienen connotaciones diferentes. Si bien son términos que muchas veces van de la mano, lo cierto es que son dos de los principales objetivos de una empresa. De hecho, la gestión de cada uno de ellos conduce a decisiones dispares, y pueden también acarrear problemas diversos. [hde_related]

Liquidez en la empresa

La liquidez es la cualidad que tienen los activos de la empresa para transformar su negocio en dinero fácilmente. Desde el punto de vista contable, la liquidez se materializa en el activo corriente o activo circulante de la empresa, aquel que puede ser convertido en dinero en un periodo inferior al año, aunque en la mayoría de las ocasiones se relaciona con la tesorería.

Forman parte del activo circulante cuentas como cajas, bancos, cuentas por cobrar a clientes, efectivo y existencias, entre otros. Por contra, los activos fijos o no corrientes, aquellos que se considera que se liquidarán en un plazo superior al año, no forman parte de la liquidez de la empresa. Entre ellos figuran terrenos, equipos informáticos, vehículos…

La diferencia entre el activo circulante y el pasivo circulante (deudas a menos de un año) se conoce como fondo de maniobra, que constituye una medición de la liquidez de la empresa.

Solvencia en la empresa

La solvencia es un concepto más amplio que el de la liquidez. Es la capacidad que tiene una empresa, un individuo o una administración para pagar sus deudas. Cuanta más capacidad de pago posea, más solvente será. En términos puramente contables, la solvencia depende del valor del activo en relación con el pasivo, es decir, con sus deudas.

Para determinar la solvencia de una empresa se tiene en cuenta la totalidad del activo, tanto el corriente como el no corriente. Este debe ser superior al pasivo de la empresa, dando como resultado el patrimonio neto, es decir, los recursos propios con los que cuenta una empresa para desarrollar su actividad.

¿En qué se diferencian solvencia y liquidez y qué problemas financieros pueden provocar?

Parece razonable pensar que una empresa tiene más solvencia cuanto mayor sea su liquidez. Sin embargo, esto no tiene por qué ser siempre así. Que una organización tenga mucha liquidez no implica necesariamente que sea solvente, y viceversa. En estos conceptos entran en juego el periodo de liquidación de los activos y el plazo de los pasivos.

Así, por ejemplo, una empresa puede tener una posición desahogada desde el punto de vista de su liquidez, ya que el activo circulante es suficiente para cubrir su pasivo circulante (deudas a menos de un año) y, sin embargo, puede ser insolvente, ya que su volumen total de deudas es mayor que el valor de su activo. En esta situación financiera, el patrimonio neto es negativo, y la empresa estaría en una situación de quiebra técnica.

Al contrario sucede lo mismo. Una empresa puede ser perfectamente solvente porque su patrimonio neto es grande, pero puede no disponer de recursos suficientes para pagar sus deudas a corto plazo. En esta situación, la empresa tiene un fondo de maniobra negativo, y técnicamente estaría en una situación de suspensión de pagos. 

¿Cómo resolver los problemas de solvencia y liquidez?

Cuando una empresa se encuentra en una situación de suspensión de pagos o de quiebra, la solución es casi siempre la misma: la apertura de un proceso concursal que consiga garantizar la viabilidad de la empresa. Se trata de una obligación legal para todas las empresas que se encuentren en esas situaciones, y está regulado por el Real Decreto Legislativo 1/2020, de 5 de mayo, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley Concursal.

En todo caso, las soluciones son diferentes dependiendo de cuál sea el problema patrimonial que se plantee.

En el caso de la suspensión de pagos, por ejemplo, la empresa puede negociar una refinanciación de las deudas que transforme el pasivo corriente en pasivo no corriente, alargando el plazo de aquellas para que el fondo de maniobra vuelva a ser positivo. En la mayoría de las ocasiones, si la compañía no presenta ningún problema de solvencia posterior, es la solución más efectiva.

La quiebra técnica es un caso más complejo. En este caso, la refinanciación no es posible, y es necesario optar por alguna de estas vías:

En cualquier caso, no existen fórmulas fijas que se apliquen en todos los casos. Precisamente, el concurso de acreedores es el mecanismo que estudia la situación de la empresa para proponer la mejor solución posible a estos problemas.

Imágenes: Unsplash.com\Leonardo Ilheme, Pixabay.com\moerschy

Archivado en
Subir