Los ratios de liquidez son una interesante herramienta para hacer una primera aproximación al estado de la tesorería de la empresa.
¿Para qué sirven los ratios de liquidez?
Por sí solos, su utilidad es limitada. Es necesario realizar una comparación temporal y sectorial para comprender su evolución y las fortalezas y debilidades de la gestión de tesorería de nuestra empresa. Además, conviene analizarlos comprendiendo las diversas alternativas disponibles para la tesorería.
No obstante, lo que se busca es analizar qué valores podrían ser convenientes a fin de lograr un equilibrio entre diversos aspectos, entre los que destacan los siguientes:
- La obtención de la mayor rentabilidad posible. Para lograrla, es necesario no mantener una liquidez excesiva, ya que el efectivo y los depósitos bancarios son inversiones de escasa rentabilidad.
- El mantenimiento de la capacidad de pagar nuestras deudas. Si no tenemos liquidez para hacerlas frente, podríamos entrar en concurso de acreedores.
- La organización de los procesos de la empresa. El día a día del negocio lleva a tener que aceptar o rechazar oportunidades que impliquen cambios en la composición del activo o pasivo corrientes.
- El sostenimiento de la credibilidad acerca de nuestra solvencia. Con independencia de nuestra capacidad de pagar por circunstancias que no siempre se reflejan en la contabilidad, es necesario que la parte de la gestión de nuestra empresa que sí lo hace muestre unos ratios que mantengan cierta confianza de los terceros en que sí podremos pagar las deudas. [hde_related]
Ratio de liquidez general
Este ratio recibe muchas denominaciones como, entre otras, ratio de circulante, razón corriente o, simplemente, ratio de liquidez. En todo caso, lo calcularemos así:
RATIO DE LIQUIDEZ GENERAL = ACTIVO CORRIENTE / PASIVO CORRIENTE
Este ratio de liquidez está muy relacionado con el capital corriente. Representa el cociente entre los activos que esperamos realizar durante el ejercicio y las deudas que deberemos satisfacer durante ese mismo período. Sin embargo, a diferencia del capital corriente, no se mide en unidades monetarias, sino que es una magnitud adimensional.
El valor óptimo del ratio de liquidez general
Con el ratio de liquidez general obtenemos una cifra que, en la mayoría de las empresas, debería situarse, aproximadamente, entre 1,5 y 3. No obstante, puede haber diversas circunstancias que pueden recomendar otros valores como los siguientes:
- La rotación de las ventas. Si vendemos muy rápido, no es necesario mantener un capital circulante tan elevado para pagar las deudas. Si es muy reducida, necesitaremos un colchón mayor para poder pagar puntualmente.
- Los períodos medios de cobro y pago. Si, por ejemplo, vendemos al contado y pagamos a un plazo más o menos largo, necesitaremos un ratio de liquidez general más reducido.
- La capacidad para convertir el activo corriente en liquidez. Cuanto más peso tengan los activos que se pueden convertir con mayor facilidad y prontitud y menor riesgo en dinero, menos necesario es un valor elevado de este ratio.
- Facilidad de acceso a financiación a corto plazo. Si, por ejemplo, una empresa puede contar rápidamente con una línea de crédito o un préstamo de algún socio o propietario, no sería necesario mantener un ratio de liquidez elevado.
- La probabilidad de tener que realizar o recibir pagos o cobros extraordinarios. Si, por ejemplo, nuestros cobros y los pagos se salen con frecuencia del rango habitual, tendremos que tenerlo presente para ajustar nuestro ratio de liquidez general.
- La existencia o no de exigencias de mayor liquidez por parte de nuestros potenciales acreedores para concedernos crédito.
- Las posibilidades de liquidación de activos no corrientes. Si podemos realizarla con menores problemas de lo usual, nos podemos permitir un ratio de liquidez general más reducido.
Prueba ácida
En este ratio, a diferencia de en el ratio de liquidez general, se restan las existencias del numerador. La razón es que su transformación en dinero es algo más compleja que la de otros elementos del activo corriente, ya que está condicionada a la realización de ventas. Su fórmula es:
PRUEBA ÁCIDA = (ACTIVO CORRIENTE – EXISTENCIAS) / PASIVO CORRIENTE
Su valor óptimo suele rondar la unidad. Sin embargo, como en el ratio anterior, deben considerarse las circunstancias que recomienden incrementar o disminuir la liquidez.
Ratio de tesorería
Mide la relación entre el valor de la tesorería y sus equivalentes y el pasivo corriente. Entre los equivalentes se consideran las inversiones financieras temporales, dado que suelen tener una conversión a dinero relativamente sencilla. Su fórmula es esta:
RATIO DE TESORERÍA = (TESORERÍA + INVERSIONES FINANCIERAS TEMPORALES) / PASIVO CORRIENTE
Como en ratios anteriores, se deben considerar muchas circunstancias para determinar qué valor óptimo debería tener. Suele rondar un 0,3. Sin embargo, puede ser conveniente ampliarlo o reducirlo, especialmente en función de la dificultad o facilidad de acceder a vías de financiación a corto plazo.
Ratio de liquidez inmediata
Es semejante al ratio de tesorería. pero en este caso en el numerador solamente aparece la tesorería:
RATIO DE LIQUIDEZ INMEDIATA = TESORERÍA / PASIVO CORRIENTE
Suele convenir un valor en torno a 0,1. Sin embargo, esta cifra puede variar ampliamente en función de las opciones que tenga la empresa para gestionar la tesorería, del ritmo de cobros y pagos y de las propias circunstancias del momento, entre otros factores.
Los ratios de liquidez son una herramienta importante para comprender cómo se gestiona el dinero en nuestra empresa. No obstante, siempre conviene analizarlos dentro de un estudio más amplio que atienda a las circunstancias concretas del negocio.
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