El significado de resiliencia apunta a la capacidad de resistir y seguir adelante, de resurgir después de un golpe y sacar una enseñanza positiva. Este concepto está relacionado con la facultad de afrontar amenazas, sobreponerse e incluso salir fortalecido de ellas. No significa no atravesar momentos duros ni tampoco no sufrir por ellos, sino saber gestionarlos de la manera adecuada.
Michel Manciaux, referencia en el tema, es autor de ‘La resiliencia: resistir y rehacerse’ (2010). Utiliza la siguiente metáfora para explicar en qué consiste esta cualidad: recuerda a la elasticidad del junco que se dobla ante el viento y vuelve a su forma original cuando pasa el temporal. No es un árbol robusto, al contrario: es flexible y precisamente por eso no se rompe y resiste.
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Es importante destacar dos aspectos clave en el significado de resiliencia. Por una parte es protegerse en circunstancias adversas. Por otra, desarrollar conductas positivas tras las dificultades. Esto se aplica tanto a situaciones de estrés o riesgo para la integridad física (catástrofes, pobreza, violencia…) como a problemas vitales más personales o comunes, como una muerte cercana, una enfermedad o una separación.
Conociendo el significado de resiliencia: etimología
La palabra resiliencia procede del latín, del verbo resilio, que se traduce como «saltar hacia atrás, rebotar». En un principio es un término que se utiliza en Física para hablar de los materiales que pueden resistir un impacto y volver a su forma original (como el junco que se pone de ejemplo, sin ir más lejos). Su utilización en psicología y sociología es más reciente. Desde 2016 la RAE ya reconoce este uso y recoge su nueva acepción: ‘capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos’.
Primeros estudios sobre la resiliencia
En 1995, la psicóloga estadounidense Emmy Werner llevó a cabo una serie de estudios en niños en grave riesgo social. Quería comprobar si esta población marcada por una infancia dura estaba condenada a presentar problemas en el futuro o si, por el contrario, podía tener una vida exitosa. Su investigación concluyó con un resultado muy esperanzador: el 30% de los niños de la muestra tuvo una vida adulta completamente sana y normal, sin patologías asociadas.
A finales de los años 90, Michael Rutter, catedrático de Psiquiatría Infantil en la Universidad de Londres, afinó el término para fijarse no tanto en el resultado, sino en el proceso a la hora de enfrentar situaciones de la vida.
Actualmente, uno de los estudiosos de la resiliencia más conocidos es Boris Cyrulnik, neurólogo, psiquiatra y profesor de la Universidad de Tolón (Francia). En ‘Los patitos feos’ (2013), una de sus obras clave, aplica el concepto a la psicología infantil basándose en su propia historia: sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial y perdió a gran parte de su familia en Auschwitz.
Características de una persona resiliente
No es un don ni algo genético: la resiliencia no es una cualidad innata, sino algo que se trabaja. No existe una receta mágica, pero es posible desarrollarla en cualquier etapa de la vida, tanto en la niñez como en la vida adulta. Estos son los rasgos más comunes que tienen las personas resilientes:
- Confianza en sí mismas.
- Capacidad de proyectarse hacia adelante y de anticiparse a los hechos.
- Flexibilidad: adaptación a las diferentes situaciones y tolerancia a la incertidumbre.
- Constancia y perseverancia: orientación al logro.
- Pensamiento constructivo: las amenazas no se pueden evitar, pero sí se puede elegir la manera de reaccionar ante ellas.
- Red emocional sólida: tener buenas relaciones con los demás fortalece la resiliencia.
- Introspección: cada crisis es una oportunidad de crecer.
- Optimismo: no significa no ser realista, sino enfocarse en lo bueno y recordar los triunfos personales en los momentos difíciles como manera de salir adelante.
Resiliencia en la empresa
¿Es posible fomentar la resiliencia en un entorno laboral? Desarrollar esta capacidad en un equipo de trabajo implica trabajar en aspectos más profundos tanto de manera individual como a nivel de equipo. La implantación de programas que fomenten la resiliencia es cada vez más común tanto en medianas como en grandes empresas.
En ‘Building Resilient Organizations’, Dean Robb defiende la capacidad de crear y proporcionar seguridad en medio del cambio, así como crecer y aprender de las dificultades. Es decir, hay una doble actuación:
- A nivel personal mejora la satisfacción con el trabajo, lo que repercute en el clima laboral y genera un sentimiento optimista contagioso.
- A un nivel de organización, optar por la resiliencia sistémica influye de manera positiva y, por tanto, en el funcionamiento global de la empresa, especialmente en situaciones adversas.
Las empresas resilientes son capaces de adaptarse a los cambios, disolver sus estructuras con seguridad y gestionar imprevistos de forma más fácil. Es necesario, por tanto, tener capacidad de improvisación, manejar el estrés, tener siempre una actitud resolutiva y garantizar un buen ambiente laboral.
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