Hay mucha gente, alguna muy relevante a nivel social, que no se cree sus logros. Padecen lo que los psicólogos llaman el síndrome del impostor. Un mal que afecta al 70% de las personas en algún momento de sus vidas o de sus carreras profesionales.
La actrices Kate Winslet y Michelle Pfeifer, la cantante Jennifer López, el astronauta Neil Armstrong o la misma Michelle Obama han pasado por ello. Han tenido éxito y reconocimiento, pero en algún momento han creído que eran un fraude. La doctora Pauline Clance acuñó el problema por primera vez en 1978. [hde_related]
Las personas con este síndrome no atribuyen sus éxitos a su propio esfuerzo sino a otros motivos externos, y padecen continuamente el miedo a ser considerados un fake. “La mayoría de las personas que lo padecen se reconocen en este síndrome cuando se les explica en qué consiste”, asegura Eva Rimbau, profesora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y experta en recursos humanos.
El impostor laboral suele ser una persona perfeccionista, con alto rendimiento y que se exige mucho. Sin embargo, este exceso de autoexigencia hace que no pueda evitar la sensación de inseguridad y un sentimiento (muy subjetivo) de que no lo hace bien. Para el impostor, los buenos resultados tienen que ver más con “la suerte” o “el trabajo duro”, y no tanto con sus propias habilidades y conocimientos.
Si se mira a la jerarquía profesional, el riesgo de creerse un impostor es más alto cuanto más se asciende en esta escala. Las responsabilidades y el miedo al fracaso hacen a las personas más vulnerables. La presión desmedida por los resultados y por cumplir con nuevos objetivos en las empresas cada mes o cada trimestre empeoran el escenario. La autoestima cada vez se vincula más al logro momentáneo conseguido, lo que genera en las personas mucha confusión acerca de su valía.
Problemas laborales
“El sentimiento de ser un fraude puede llegar a ser bloqueante y convertirse en una barrera que impida seguir creciendo en el entorno laboral”, advierte Eva Rimbau. De hecho, tal y como muestra un estudio realizado en 2016 en la Universidad de Salzburgo (Austria), la mayoría de las personas que lo sufren ven limitada su carrera profesional, tienen sueldos más bajos, menos promociones que compañeros con capacidades y experiencia similares y mayor incapacidad para buscar nuevos empleos.
El mundo de las redes sociales también refuerza esta sensación de fraude. En Facebook, Instagram o Twitter no solemos hablar de los fracasos, los errores y los malos momentos por los que pasamos. Esta ‘errónea’ interpretación de la realidad hace creer a muchas personas que son unos impostores. Además, en caso de ser cuestionados, están convencidos de que se descubrirá el engaño. Por ello, temen los momentos de evaluación y exposición y rechazan los elogios.
Las mujeres lo sufren más
Por otra parte, las mujeres son más propensas a sentirse unas impostoras que los hombres. Un informe realizado en el Reino Unido a mediados de 2018 desvelaba que los hombres tenían un 18% menos de posibilidades de sufrir el síndrome. Además, dos tercios de las mujeres afirmaban haberlo experimentado a lo largo de su vida. Este mismo estudio reveló que las críticas minan especialmente la seguridad de las mujeres. Además, una de cada cinco admitió que tener que pedir ayuda también les hacía dudar de sus capacidades.
Los jóvenes tampoco se salvan. El estudio realizado entre la población británica asegura que el 86% de los chavales entre 18 y 34 años admite haber sentido últimamente que no merecía su puesto de trabajo. A las personas de mediana edad el síndrome del impostor les afecta menos.
Claves para superar el síndrome
Pero hay recetas para superar el síndrome del impostor y todos los problemas profesionales que acarrea. Aquí ofrecemos unas cuantas:
- Haz una lista de todos tus logros. En ella incluye cómo conseguiste cada uno. También es interesante que hagas otra lista con todas las cosas que se te dan bien y por qué crees que destacas en ellas. Es una buena manera de creer en tu valía.
- Acepta que eres el responsable de tu éxito. No olvides que las oportunidades solo llegan a aquellos que están dispuestos a aprovecharlas. Y no abuses de la palabra “suerte” cuando tengas que hablar de tu carrera profesional.
- Aprende de los errores. Asume que equivocarse es normal. Lo importante es apreciar lo bueno que hay en lo malo. Porque de los fracasos también se aprende a hacer las cosas de otro modo.
- Detecta falsos errores. Analiza de forma realista y sosegada aquellos aspectos que crees que no se te dan bien. Muchas veces pensamos que algo no nos sale bien, cuando en realidad es que no nos sale perfecto. Las cosas no son blanco o negro, sino que existe una amplia gama de grises para evaluarlas.
- Asume que no eres perfecto. Aunque parezca de perogrullo, a veces cuesta entender que no somos ni perfectos ni imprescindibles. Es normal no saber todo y tenemos que estar siempre dispuestos a aprender. Para tener una carrera profesional de éxito, hay que seguir formándose siempre y saber delegar en aquellos que lo hacen bien.
- Acepta los elogios y las críticas. Aprende a distinguir los elogios fundados y reales de los que no son sinceros. Y también asume las críticas justificadas y constructivas, y desoye las que no lo son.
- No te compares con otros. Las comparaciones son odiosas y cada carrera profesional es única. Céntrate en tus éxitos y fracasos y avanza sin mirar la trayectoria de los demás.
- Comparte qué te ocurre y cómo te sientes con tu familia y amigos. Muchas veces no somos capaces de gestionar nuestras emociones y por miedo a que no nos entiendan, nos las guardamos. Además, es muy importante rememorar con nuestros allegados nuestros éxitos.
- Escribe un diario o habla con un profesional. También puede ayudar el escribir cómo te sientes ante determinadas situaciones. Además, está la opción de acudir a un psicólogo especializado con el que puedas abordar el síndrome de manera abierta, o a un grupo de terapia con personas que están pasando por lo mismo. Cuando compartimos lo que sentimos, podemos darnos cuenta de que no somos las únicas que lo estamos sufriendo.
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